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El Primer Triunvirato
Creado: 20 de Enero del 2006
Modificado: No ha sido modificado.
Categoría: Politica, sucesos
IMPERIVM |
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Introducción
Es difÃcil encontrar en la historia un ejemplo donde un cambio drástico en la estructura de un estado, e incluso toda una sociedad en su conjunto, no se de debido a un debilitamiento o una magna crisis que altere sus bases y permita dicho cambio pasar inadvertido entre el caos del conflicto. El Primer Triunvirato no fue la excepción a esta regla, y su razón de existencia se da producto a una de las mayores crisis sufridas por la República, una crisis que en efecto la desangrarÃa mortalmente y que serÃa uno de los desencadenantes del nacimiento de Imperio.
Desde un principio el Triunvirato estuvo destinado a su autodestrucción, tres personalidades enormemente influyentes y poderosas compartiendo el poder da como resultado la imposición de una sobre el resto y una lucha por este poder. De estos tres hombres poderosos curiosamente el que se impondrÃa serÃa el que menos poder económico y militar poseÃa, pero que a su vez contaba con la mayor ambición, falta de escrúpulos e inteligencia necesaria como para lograrlo. La historia misma ha juzgado a esta monarquÃa disfrazada de democracia de muchas maneras. Desde considerarla un 'monstruo de 3 cabezas' como la darÃa a llamar Varrón, a denominarla la salvación de la democracia popular Romana, quitándole poder al Senado y otorgándoselo a los Tribunos del pueblo. Pero el Triunvirato no debe ser interpretado como algo oficial, que nunca lo fue, sino como una unión, en principio secreta, de 3 hombres poderosos los cuales mediante el intercambio de influencias y poderes lograron dominar la polÃtica Romana a su gusto y placer .
de todas maneras las interpretaciones ajenas, y sobretodo en hechos tan polémicos, siempre están cargadas de intereses personales, somos humanos y la objetividad real es imposible. Por eso está en ustedes informarse y llegar a sus propias conclusiones. En el siguiente artÃculo encontrarán un recuento de los hechos que les permitirán ir conociendo que fue la crisis y como es que se dieron las situaciones que llevaron de una República a un Imperio. Considero personalmente al Primer Triunvirato más significante en esta metamorfosis, incluso aún que al Segundo Triunvirato, ya que es aquà donde se sientan las bases que van eliminando las limitaciones a una nueva monarquÃa en Roma.
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Situación de la República y causantes
Diferentes eran los problemas por los que Roma estaba atravesando. Como si no fuera suficiente alrededor de un siglo de turbulencia polÃtica y la sombra latente de un dictador sanguinario que infundÃa temor aún después de muerto, las provincias comenzaban a buscar una emancipación que amenazaba con volverse violenta. Pero no habÃa que esperar a una rebelión, ya que esta estaba ocurriendo en ese mismo monento producto de los esclavos en pie de guerra que, formando un ejército al mando de Espartaco, se fueron convirtiendo de una molestia a un problema en extremo serio. Espartaco habrÃa sido derrotado subsecuentemente pero no sin antes costarle un gran trabajo y miles de hombres a Roma. Mientras estos problemas comenzaban a subir de tono y una respuesta sólida e inmediata era necesaria en la cúpula del seno polÃtico Romano, la paz era algo solo perteneciente al pasado y las luchas entre populares y optimates limitaban cualquier posibilidad de acción que se requerÃa para volver la situación decadente de la República a su normalidad. Visto desde una perspectiva oportunista esta era la ocasión dorada para que un general que contara bajo su mando de un considerable ejército tomara el poder sin mucho esfuerzo y se declarara dictador. Este general poderoso existÃa en Pompeyo, quien volvÃa de Oriente habiendo ganado cuantiosos territorios y contando con legiones veteranas y experimentadas a sus ordenes. Las piezas estaban dadas para que Pompeyo marche a la capital y reclamara su poder, sin embargo una de esas casualidades del destino hizo que Pompeyo tuviera intereses económicos tan significativos en Italia que una nueva guerra civil dañarÃa sus finanzas fuertemente, sobretodo su inmensa cantidad de tierras productivas, razón por la cual no intentarÃa arriesgar a un enfrentamiento que hunda a Italia en la brutal anarquÃa. Siendo muy consciente de esta situación Pompeyo decide tomar el camino sensato y actuar bajo la constitución. Es por esto que licencia a sus tropas y, solo siendo escoltado por un puñado de sus mejores hombres, se dirige a la capital a reclamar los honores de los que era merecedor luego de haberle otorgado gran cantidad de victorias y tierras a la República.
Ya en Roma Pompeyo, tal vez como si esto fuera una crónica tristemente acertada de su destino, no era bien recibido por los senadores, quienes ambiguamente, y a pesar de no haber tomado el poder por la fuerza, lo veÃan como una amenaza; los hombres que amasaban fortuna y poder como Luculo o Craso, tal vez producto de la envidia, lo veÃan con recelo y apatÃa; el pueblo, más allá de los intentos de sus partidarios por levantar su imagen, lo veÃa como un poderoso más y era muy limitado el porcentaje de población que lo considerara realmente digno del poder, a pesar de que Pompeyo ya con sus acciones habÃa demostrado su habilidad y calidad de comandante. Esta apatÃa del Senado hacia Pompeyo que hemos mencionado se interponÃa constantemente con sus requerimientos y demandas, como eran las de otorgarles tierras a sus veteranos y la ratificación de las medidas que el habÃa dispuesto en los territorios orientales conquistados bajo su mando. Dichas apatÃas y negativas constantes de sus pares lo ponÃan en una situación tal que le quitaba todo margen de acción posible. Pompeyo no verÃa más salida que buscar un aliado. Lógicamente recurre al centro de poder de la República, acercándose a quien mejor podrÃa gestionar ante el y el Senado, esta persona era nada más y nada menos que Cicerón -senador de alto prestigio considerado "Padre de la patria"- pero oportuno y reflexivo Cicerón se negarÃa a las propuestas de Pompeyo y decidirÃa alejarse de éste. Con una nueva negativa entre sus manos y una creciente presión este general dejado de lado decide acercarse a dos personajes influyentes, uno de ellos Craso un antiguo rival y competidor, y el otro un hombre extremadamente carismático, el mismÃsimo Gayo Julio César. Aceptando éstos su propuesta se alÃan, en el 60 AC, formando el Primer Triunvirato.
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Dibujo que representa una escena en la vida cotidiana de Craso, podemos ver el lujo que rodeaba su modo de vida. |
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Busto de Pompeyo adulto. Esta es la figura de Pompeyo mas reconocida a nivel histórico. |
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Primeros años del Triunvirato, sus caracterÃsticas y personajes
Los integrantes del Triunvirato se complementaban a la perfección entre si. Debido a que esta alianza se forma en base a los vÃnculos personales de sus miembros, y a las necesidades de cada uno de estos, para lograr un mejor entendimiento sobre el por qué de esta unión primero veremos como era la relación entre ellos. Craso -Marcus Licinius Crassus- y Pompeyo -Gnaeus Pompeius Magnus- habÃan sido colegas con anterioridad, en el 70 AC cuando compartieron el Consulado -notable por devolver los poderes que Sula le habÃa quitado a la oficina de los Tribunos del Pueblo, Tribuni Plebis-. Desde ese entonces diferentes hechos habÃan logrado que ambos hombres generaran una apatÃa candente entre si, cada uno envidiando los aciertos del otro y creyendo que uno querÃa sacar ventaja al otro en todo momento. Ambos inmensamente ricos y con prestigio militar siendo Pompeyo el Magno el hombre que llevara las fronteras de Roma al limite del mundo en Oriente, y Craso el que detuvo la amenaza de Espartaco -y quien a su vez era la cabeza de los hombres de negocios en Roma-. Este impresionante currÃculum vitae de ambos los ponÃa en una constante rivalidad la cual habÃa minado su relación a lo largo del tiempo. César, si bien sin el prestigio militar ni la fortuna de ambos, era un hombre cuya falta de escrúpulos, cinismo polÃtico y sagaz inteligencia combinado con un sabio conjunto de polÃticas demagógicas orientadas a ganar el apoyo del pueblo. Tales fueron sus polÃticas como la denuncia de malversaciones llevadas por Catulo o el oponerse a los castigos ofrecidos a los partidarios de Catilina -62 AC durante su pretura- lograron que el pueblo sienta un gran aprecio por el, al punto de protegerlo y obligar al senado a retirar el decreto que lo destituÃa de su cargo.
César tenÃa una excelente relación con Craso que databa de un largo tiempo y serÃa él quien reconciliara a éstos dos rivales -aunque como veremos las tensiones entre ambos nunca desaparecerÃan-. Esta alianza sin un status oficial -secreta en un principio- les servirÃa trampolÃn a sus metas y la utilizarÃan como un repositorio de influencias. Es asà que en el años 59 antes de Cristo los tres juntan influencias y ubican nuevamente a César como cónsul de Roma. César mostrarÃa un talento innato para lograr que se votasen las medidas que agradaban a los Triunviros, ignorando completamente a su cónsul colega BÃbulo -razón por la que en cierto modo broma y en cierto modo consternación se bromearÃa que era el año de Julio y César, ya que los años se denominaban en base a los cónsules que ocuparan la oficina en dicho perÃodo-.
El Triunvirato trató de ser mantenido en las sombras por un tiempo hasta que la situación se hizo evidente a simple vista. César comenzó a promover medidas que claramente estaban orientadas a beneficiar a los Triunviros sin recaudo alguno. La alianza se da a conocer cuando César, buscando promover una ley agraria que distribuyera tierras del Ager Publicus -tierras del estado- entre los pobres y los soldados -para los cuales además se destinarÃan recursos traÃdos de las provincias de Oriente conquistadas por Pompeyo- fundándose además varias colonias de ciudadanos Romanos -una ley de por cierto muy similar a la propuesta en el pasado por Rulo- darÃa el discurso de presentación de dicha ley en el que Craso y Pompeyo lo escoltarÃan a ambos lados. Inmediatamente los Triunviros harÃan una jugada polÃtica instalando a Clodio -Publius Clodius Pulcher- como Tribuno del Pueblo y asà se quitarÃan del medio a Cicerón y Catón, sus dos rivales más prontos. Cicerón serÃa acusado de ejecutar injustamente ciudadanos Romanos partidarios de Catilina, debiendo éste exiliarse fuera de Roma mientras su casa en el Capitolino era quemada en señal de disgusto. Continuamente se pasarÃan medidas, que como hemos dicho eran beneficiosas a los Triunviros, entre ellas la reducción de un tercio del precio a la adjudicación de los arriendos. Medida que convertirÃa a César en el héroe de los caballeros y empresarios Romanos. Nos cuenta Apiano en su trabajo Guerras Civiles II que: "lo pusieron entre las nubes, como si fuese un dios", prontamente comenzaron a llegarle regalos y beneficios económicos a César quien habÃa ganado un aliado con el mismo peso del pueblo. Sin embargo César, por el momento, no serÃa más que un mero administrador de los asuntos del Triunvirato. El liderazgo se dividÃa entre Craso y Pompeyo, es normal que los historiadores modernos identifiquen a Pompeyo como la cabeza de la alianza, pero eso es simplemente si tenemos en cuenta el poder mismo y no la influencia o éste como manejaba su poder. En todo caso si vemos la situación más objetivamente podemos observar que Craso, a pesar de no tener semejante poder militar como Pompeyo, sin embargo sabÃa 'vender' más su poder. Nos dice Plutarco al respecto en Vida de Craso, VII:
Por supuesto que siempre como excusa imperaba que todo "era hecho en beneficio del pueblo", al que se lo mantenÃa endulzado y complacido mediante regalos y propaganda. El Acta Diurna -el primer periódico de la historia- consistÃa de grandes tableros blancos donde rutinariamente se inscribÃan y promovÃan los actos de gobierno, esto combinado con una oficina cuya función en efecto era la promoción de estos actos. Los clubes sociales y las sociedades populares -hace ya años cerradas o abandonadas- fueron reabiertas, eligiendo de estas a varios partidarios que serÃan sus clientes polÃticos -como el mismo Clodio-.
Durante este año, el 59 AC, los Triunviros realizarÃan que una unión fuerte era necesaria, por lo que habrÃan de fortalecer su relación creando vÃnculos familiares internos. César entrega a Julia -Julia Caesaris- su hija de 14 años a Pompeyo, un hombre adulto de más de 50 años -curiosamente esta relación florecerÃa en un gran amor entre ambas partes con los años-. César se casa con Calpurnia, la hija de Pisón -Lucius Calpurnius Piso- y pasa a ser su hijo adoptivo, Pisón convenientemente serÃa declarado cónsul al año siguiente -58 AC-.
Terminado su mandato como cónsul César se dirige a las provincias de la Galia de las cuales anteriormente durante su mandato se habÃa asegurado el proconsulado, estas eran la Galia Cisalpina, la Transalpina -Narbonense- e Iliria, que le otorgaban el comando de 4 legiones -que luego se verÃan fuertemente aumentadas en número- durante cinco años. Lo fundamental de poseer un ejército bajo su mando es que César veÃa una necesidad imperiosa el aumentar su prestigio militar, el cual si bien habÃa servido en grandes batallas no tenÃa crédito de comando propio. A pesar de estar alejado del centro polÃtico Romano, César se mantendrÃa al constante de la situación polÃtica gracias a una serie de agentes y amistades.
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Cicerón, estatua que lo representa dando uno de sus discursos. Cicerón fue famoso por su oratoria y carisma al hablar ante el público, solo rivalizada por la calidad oratoria de César. |
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El deterioro del Triunvirato y su rotura
Mientras César se encontraba en la Galia dirigiendo su guerra contra estos pueblos su fortuna y prestigio se incrementaban de tal manera que incluso los mismos Triunviros se veÃan amenazados por su increÃble nuevo poder y creciente admiración en todos los ámbitos. César desde las Galias, lugar en el que tomaba botines de guerra e impuestos provinciales astronómicos, enviaba regalos a Roma en dinero y en esclavos ganándose una cantidad enorme de admiradores. Pompeyo no ajeno a esto bajo ningún motivo, y con cierta envidia de los logros de César, comienza a utilizar a Milón, su tÃtere polÃtico, contra el Tribuno Clodio -hombre de confianza y agente polÃtico de César-. Tanto Pompeyo como Craso, quien a pesar de haber sido su mejor amigo ahora, como nos dice Plutarco: "...SentÃa una sed de trofeos en su corazón", ambos comienzan a remarcar sobre sus habilidades estratégicas, en un claro intento de contrarrestar a César al "héroe de toda Roma". Incluso Pompeyo comienza a acercarse a hombres cuyo lineamiento polÃtico era diametralmente contrario a César, como el exiliado Cicerón quien retorna triunfalmente a Roma apadrinado por Pompeyo. No fueron estas acciones no sin tomar noticia por parte de César, quien cuya habilidad y manejo polÃtica era muy superior a cualquier motivo de orgullo. Los Triunviros se reúnen entonces en Lucca, para limar asperezas en el año 56 AC. Seguidos por un séquito monumental de dos centenas de senadores y hombres relacionados al poder Romano. El sentido, la esencia, de esta entrevista entre los 3 lideres fue la no simple tarea de llegar a un equilibrio de poder. Acordaron una solución que los 3 considerarÃan benéfica: Craso y Pompeyo serÃan nombrados cónsules nuevamente en el 55 AC, y al terminar su mandato serÃan investidos como procónsules de Hispania, para Pompeyo, y Siria para Craso. César obtendrÃa exactamente lo que necesitaba, más tiempo para pacificar completamente la Galia y esto lo obtiene al ver su mandato renovado por 5 años más.
Sin embargo el acuerdo solo fue a nivel polÃtico y no a un nivel que sanara el orgullo. Craso tenÃa la necesidad absoluta de demostrar su superioridad y su talento. Antes de terminar su mandato como cónsul se lanza a una ambiciosa y mal planeada campaña en Oriente donde el botÃn de guerra y la pompa de la victoria le resultaban más importantes que la estrategia y el sabio planeamiento de la guerra. Razón por la que en el 53 AC es atraÃdo por los Partos a una trampa donde perece junto a las 7 legiones que comandaba. Pompeyo, no asà como Craso, no solo no se irÃa apresurado de Roma sino que se quedarÃa incluso una vez terminado su mandato -dejando el mandato de su provincia a sus legados-. y mientras tanto acercándose constantemente al lado de los senadores aristocráticos y silenciosamente incrementando cada vez más su cantidad de tropas acantonadas en la ciudad. Fue asà que cuando Milón asesina a Clodio y el pueblo se levanta pretendiendo incendiar el Senado al enterarse de la muerte de su tribuno, es Pompeyo quien detiene el levantamiento con sus tropas y a pedido del optimate Catón se le dan poderes absurdamente exagerados al borde de rozar con los de un dictador. Es entonces Pompeyo declarado "cónsul sin colega", una forma un tanto polÃtica de dictador, mientras César afrontaba en la Galia una invasión germánica sin paralelo que unida a una rebelión de los pueblos Galos serÃan razón suficiente como para mantenerlo totalmente ocupado allà quedando al margen de la situación en Roma. Algo que le permitirÃa a Pompeyo gozar por un breve tiempo de un corto 'Principado'.
No es secreto ni misterio alguno que la aristocracia senatorial odiaba irreconciliablemente a César y que esta harÃa todo bajo su poder para limitarlo y perjudicarlo. Es asà que sugiere que César ya habÃa sido procónsul por demasiado tiempo y que era hora de que entregara el mando a un nuevo gobernador que se encargue de los asuntos en la Galia -y sea de paso dejarÃan a César sin ningún ejército bajo su mando y tendrÃan vÃa libre para enjuiciarlo como deseaban-. César se opone de una manera muy inteligente haciendo que los Tribunos Antonio, Casio y Curión señalen que si César debÃa renunciar a sus poderes asà mismo Pompeyo debÃa tomar el mismo accionar, poniendo de esta manera al Senado en un nuevo enredo. Esta vez cansados de la astucia de César la aristocracia senatorial decide cortar de raÃz el problema y los cónsules Emilio Paulo y Claudio Marcelo, funcionales a la aristocracia, declaran enemigo público a César mientras que a Pompeyo lo dejan al mando de todas las tropas en Italia y le ordenan marchar contra el enemigo de la patria. César, un polÃtico igual de hábil que como general en el campo de batalla, contaba de esta manera con el pretexto perfecto para marchar a la guerra contra los senadores y contra Pompeyo, en una estratagema maestra digna de un genio polÃtico.
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