Vidas Paralelas
Plutarco
Las Vidas paralelas, del historiador griego Plutarco, es una de las obras estudios biográficos pioneros de la Historia. Escrita entre los años 96 d. C. y el 117 d. C., la obra se caracteriza principalmente por su particular estructura. Es decir, el tomar a dos personajes, uno griego y otro romano relacionados a través de una dedicación o característica que Plutarco consideraba definitoria, y relatar sus vidas en detalle comparando a ambas figuras al final (práctica denominada σύγκρισις o sýnkrisis). De allí, lógicamente, el nombre de la obra, Vidas paralelas.
Como ocurre con muchos otros trabajos de la literatura clásica, la obra ha llegado incompleta hasta nuestros días, conservándose solo cuarenta y ocho biografías. De estas, veintidós pares corresponden a las Vidas paralelas y el resto a otros trabajos biográficos realizados por Plutarco.
Vidas paralelas
Tomo III
Arístides – Catón el Viejo – Comparación
Filopemen – Quincio Flaminino – Comparación
Pirro – Gayo Mario – Comparación
Lisandro – Sila – Comparación
Tomo I ― Tomo II ― Tomo IV ― Tomo V ― Tomo VI ― Tomo VII
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Comparación de Filopemen y Tito Quincio Flaminino
I.- En la grandeza de los beneficios hechos a los Griegos no es posible comparar con Tito a Filopemen, ni a otros muchos todavía más excelentes que Filopemen; porque con ser éstos Griegos, fueron contra Griegos sus guerras; y las de Tito, que no lo era, en favor de los Griegos; y cuando, desconfiando Filopemen de poder defender a sus ciudadanos combatidos, se encaminó a Creta, entonces venciendo Tito en medio de la Grecia a Filipo dio la libertad a todas las naciones y a todas las ciudades. Si alguno se pusiera a hacer el examen de las batallas de uno y otro, a más Griegos dio muerte Filopemen, siendo general de los Aqueos, que a Macedonios Tito auxiliando a los Griegos. En cuanto a los errores, nacieron de ambición los del uno, de obstinación los del otro; para el enojo y la ira el uno era pronto, el otro inexorable: así, Tito a Filipo le conservó la dignidad del reino, y al cabo se compadeció de los Etolos; pero Filopemen privó por enojo a su misma patria de los tributos de sus aldeas. El uno jamás faltaba a quienes había hecho bien; y el otro por enfado estaba siempre pronto a borrar el reconocimiento; porque habiendo sido al principio bienhechor de los Lacedemonios, después les derribó las murallas, les taló los campos, y por fin los mudó y trastornó el gobierno; y aun parece que por enojo y obstinación expuso y perdió la vida, entrándose en la Mesena fuera de tiempo y con menos reflexión de lo que convenía, no siendo como Tito, que en el mando calculaba mucho y consultaba sobre todo a la seguridad.
II.- Por la muchedumbre de guerra y trofeos, la ciencia militar de Filopemen fue mucho más acreditada porque aquel terminó la guerra contra Filipo en dos combates; pero éste, habiendo salido vencedor en mil batallas, ningún asidero dejó a la fortuna para que contendiese con su pericia. Por otra parte, aquel tuvo a su disposición el poder romano cuando estaba en su mayor auge; y éste adquirió gloria con las débiles fuerzas de la Grecia cuando estaban en su declinación: así, los triunfos del uno fueron peculiares e individuales suyos; mientras que los del otro deben decirse propiamente públicos: por cuanto aquel mandaba valientes, y éste los formó con su mando. Además, los combates de Filopemen fueron con Griegos; lo que si fue una mala suerte fue una irrefragable prueba de virtud; porque entre aquellos que en todo lo demás son iguales, el que se aventaja es a la virtud a quien debe el vencimiento: así, peleando con los más aguerridos de los Griegos, los Cretenses y Lacedemonios, de los más astutos triunfó con estratagemas, y de los más fuertes con valor. Fuera de esto, Tito venció con lo que ya existía, empleando las armas y la táctica que encontró, y Filopemen introduciendo un nuevo orden en estas cosas en cambio del que había: de manera que el uno inventó los medios de la victoria, y al otro le sirvieron los que existían. En cuanto a hechos propios y personales de guerra, de Filopemen hubo muchos y muy señalados; de Tito ninguno: así es que uno de los Etolos, Arquedemo, le motejó de que, mientras él corría con la espada desenvainada contra los Macedonios que se le oponían, Tito se estaba parado con las manos levantadas al cielo haciendo plegarias.
III.- Tito, teniendo autoridad, o siendo mandado de embajador, todo lo hizo bien y prósperamente, y Filopemen, siendo particular, no fue menos útil o menos activo para los Aqueos que cuando fue su general; porque siéndolo, arrojó a Nabis de la Mesena, y restituyó a los Mesenios la libertad, y de particular cerró al general Diófanes y a Tito las puertas de Esparta cuando iban contra ella, y salvó a los Lacedemonios. Era tan nacido para ser caudillo, que no sólo imperaba según leyes, sino que sabía mandar a las leyes mismas para hacer lo que convenía: así no necesitaba recibir el mando de los que podían conferirlo, sino que se valía de ellos cuando la ocasión lo exigía, creyendo que más bien era su caudillo el que pensaba en sus ventajas y provecho, que no el que era por ellos elegido. Y si deben ser tenidas por ilustres y generosas la equidad y humanidad de Tito para con los Griegos, más generosas fueron todavía el valor y amor de la independencia manifestados por Filopemen contra los Romanos; porque más fácil es hacer favor a los que lo piden que resistir con tesón a los poderosos. Examinadas, pues, todas las cosas, ya que no sea muy clara la preferencia, si dijéremos que al Griego debe adjudicarse la corona de la pericia militar, y al Romano la de la justicia y la probidad, parecerá que hemos acertado con lo que los distingue.