Los vélites
Los vélites (en latín velites, singular veles) eran escaramuzadores y tropas auxiliares (no debemos confundir esta palabra con los auxilia del Imperio) introducidas durante las reformas del año 315 a. C. Reformas que tuvieron lugar tras la desastrosa derrota a manos de los samnitas unos años antes en la batalla de las Horcas Caudinas (321 a. C.). Gracias a esta reforma no solo se abandona la división táctica de hombres en falanges, introduciéndose el manípulo como su reemplazo, sino que además se mejora la infantería, es decir los hastati, principes y triarii, y se reemplazan a los tres tipos de escaramuzadores previos, los rorarii, accensi y leves, con un tipo único de escaramuzador denominado vélite.
Vestidos solo con una túnica, portando un escudo redondo, y a veces una piel de lobo sobre sus cabezas, estos hombres se especializaban en el combate a distancia, arrojando jabalinas al enemigo denominadas pila (singular pilum) y veruta (singular, verutum) antes de la batalla.
Contexto histórico
En el año 387 a. C. Roma sufre una devastadora derrota en la cual los galos del rey Breno saquean la ciudad y humillan a los romanos. Esta derrota lleva a Marco Furio Camilo, considerado como el segundo padre fundador de Roma, a reformar el ejército. Camilo introduce a los ya mencionados hastati, principes y triari como unidades de infantería y a los rorarii, accensi y leves como unidades de escaramuza y soporte. No obstante, y si bien realiza cambios significantes, mantiene varios de los aspectos de los ejércitos antiguos, los cuales se remontaban a los tiempos de los reyes etruscos. Entre estos aspectos que Camilo mantuvo se encontraba el requerimiento de pagar impuestos para poder ser aceptado en el ejército (los denominados adsidui, ciudadanos pertenecientes al quinto censo o superior) y la división de las clases o tipos de soldados romanos según su censo. Es decir, los hombres de mayor patrimonio pertenecían a una clase más alta en el ejército, siendo la primera clase, la infantería pesada, los hombres que pagaban más impuestos.
Las reformas del año 315 a. C. toman los cambios realizados por Camilo y los expanden. Por un lado mantienen el requerimiento de pagar impuestos para poder ingresar al ejército, sin embargo, las filas dejan de estar organizadas dependiendo del patrimonio del soldado y pasan a ser organizadas según la edad y la experiencia. Los hastati, por ejemplo, pasan de ser hombres de baja posición social a ser jóvenes sin experiencia, los principes a ser los adultos experimentados y los triarii, quienes tras su introducción eran los segundos hombres más ricos solo superados por la caballería, pasan a ser los veteranos con mayor experiencia. Los cambios a las unidades de escaramuza fueron más profundos, ya que eliminan a los rorarii, accensi y leves reemplazándolos por un tipo único de unidad de escaramuza: los vélites.
A nivel táctico estas reformas eliminan la falange e introducen el manípulo como división táctica en el campo de batalla (véase formaciones romanas para mayor información). Esto permite a los romanos comenzar a utilizar tácticas de combate avanzadas como la triplex acies, quizás la táctica más característica y propia de los ejércitos romanos. Táctica con la cual conquistarían al mundo.
Características de los vélites
Los vélites eran hombres muy jóvenes y su equipo de combate extremadamente ligero. Como vestimenta llevaban solo una túnica, es decir, no tenían armadura, y una piel de lobo que vestían sobre sus cabezas. Su escudo era distinto al del resto de la legión. Mientras la infantería utilizaba un escudo ovalado denominado scutum, los vélites utilizaban un escudo redondo denominado parma. Este escudo al ser menos pesado y voluminoso que el scutum era más práctico a la tarea y el rol de los vélites en el campo de batalla.
El armamento del vélite consistía en una espada, la cual rara vez usaban, y un tipo liviano de jabalinas denominadas veruta (singular verutum). Las veruta eran más pequeñas y livianas (de alrededor de 1,2 metros de largo) que el otro tipo de jabalina romana, las pila (singular pilum), utilizadas por los hastati y los principes y de unos dos metros de largo.
El rol de los vélites
En el campo de batalla los vélites cumplían un rol de escaramuza y de soporte. Su función principal era la de, antes de que ocurra el choque de la primera fila romana con el enemigo, primero intentar caldear a los rivales con muecas e insultos con la intención de lograr una carga precipitada; segundo, bañar al enemigo con jabalinas para así neutralizar a un gran número de estos o, al menos, arruinar sus escudos. Una vez lanzadas las jabalinas los vélites se replegaban a través de las líneas romanas dejando a las filas de infantería encargarse del combate cuerpo a cuerpo.
Nota: muchas veces el ataque inicial de los vélites era suficiente para disuadir al enemigo y lograr que se retire, especialmente contra los galos, cuya carencia de armaduras los hacía blancos ideales a las jabalinas de los vélites.
El rol secundario de los vélites era el de servir de soporte. Por ejemplo, si un sector de las filas romanas flaqueaba o el enemigo intentaba flanquear uno de los lados, estos podían llegar a desenfundar su espada e ir a apoyar a sus camaradas. A su vez, cada manípulo de triarii tenía asociados 40 vélites que entraban en acción si el enemigo llegaba a la tercera línea de la formación romana, asistiendo a los triarii desde su retaguardia atacando al enemigo con jabalinas. Esto era muy importante, ya que a veces cuando esto ocurría los romanos emprendían una retirada táctica.
Según el escritor romano Flavio Vegecio, quien en el siglo IV d. C. escribió en detalle sobre los antiguos ejércitos de la República romana, describe en su libro tercero de las Instituciones militares como los generales de la República cuando veían a sus caballerías superadas por las caballerías del enemigo, estos asociaban a grupos de vélites cuya función era la de amedrentar a los jinetes rivales con sus jabalinas a las mismas para complementarlos.
El rol de los vélites durante las guerras púnicas
Durante las guerras púnicas los vélites probaron ser de gran uso contra los elefantes cartaginienses, generalmente ubicándose detrás de los canales creados por la infantería para que pasen los elefantes del enemigo y amedrentando a dichos paquidermos con sus jabalinas.
La descripción de Polibio
Polibio en el sexto libro del segundo tomo de su gran obra Historias (obra a veces también llamada Historia Universal Bajo la República Romana) nos otorga descripción de los vélites:
Por lo que se refiere a los vélites están armados de espada, flecha y broquel, especie de escudo, fuerte por su estructura y bastante capaz para la defensa. Es de figura redonda y tiene tres pies de diámetro. Llevan en la cabeza un adorno humilde. Éste a veces es una piel de lobo o cosa parecida, que sirve a un tiempo de reparo y distintivo para dar a conocer a los oficiales subalternos los que se distinguen o no en los combates. La flecha es una especie de arma arrojadiza, cuya asta mide cuando menos dos codos de largo y un dedo de grueso. El casquillo es un gran palmo de largo, pero tan agudo y afilado, que se tuerza sin remedio al primer golpe y no puedan volverle a arrojar los contrarios: o de otro modo ya es un género común de dardo.
Polibio, Historias, Libro VI.
Nota: para comprender la cita anterior véase las tablas de unidades de medida romanas.
La importancia de los vélites
Es importante que no desestimemos el rol de los vélites, ya que en gran cantidad de oportunidades estos mismos, gracias a la manera en la que enfurecían al enemigo, lograban que la batalla sea victoriosa incluso antes de que los rivales lleguen a chocar con la infantería romana: Podemos ver un ejemplo de lo mencionado anteriormente en uno de los relatos de Polibio.
Porque como el escudo galo no puede cubrir a un hombre, cuanto mayores eran los cuerpos, y éstos desnudos, tanto más se aprovechaban los tiros. Finalmente, imposibilitados de vengarse contra los que disparaban, por la distancia y número de flechas que sobre ellos caía, postrados y deshechos con el actual contratiempo, unos furiosos y desesperados se arrojaron temerariamente al enemigo y buscaron la muerte por su mano, otros se refugiaron a los suyos, hicieron público su temor y desordenaron a los que estaban a la espalda. De esta forma fue abatida la altivez de los gesatos por los flecheros romanos.
Polibio, Historias, Libro II.