Los cónsules romanos, los hombres que gobernaron la República romana

Los cónsules romanos fueron los gobernantes de la República romana, elegidos de a pares, estos tenían la tarea de dirigir a Roma y reportarse ante el Senado

Introducción

Los cónsules romanos fueron los máximos gobernantes de la República romana, elegidos de a pares, tenían la tarea de gobernar a Roma y reportar sus decisiones y acciones ante el Senado. En el campo político de la República el cónsul era el último escalafón del Cursus Honorum, y su poder e influencia eran tan grandes que los años se nombraban en relación a los cónsules que ocupaban la magistratura durante ese año.

Desde los inicios de la República romana los cónsules alcanzaron un poder muy superior al de cualquier otro magistrado romano, de hecho, eran la cabeza política de la República. Según nos relata Polibio de Megalopolis en su trabajo Historia del mundo, estos hombres eran muy similares en sus poderes y responsabilidades a un rey. No obstante, con la gran diferencia de poseer un cargo temporal y deber ejercerlo de a pares (lo que llevaba a que exista un control y balance mutuo de poder entre ambos cónsules).

El poder de los cónsules romanos disminuyó considerablemente durante la era imperial. De ser un cargo de poder máximo pasó, como muchas otras magistraturas de importancia en la República, a convertirse simplemente en un cargo honorífico. Es decir, a convertirse en un título que otorgaba prestigio pero no conllevaba una posición de poder importante consigo. Por fortuna son muchas las fuentes históricas que poseemos a nuestra disposición sobre las características de esta magistratura a lo largo del tiempo, razón por la cual se ha podido reconstruir y entender con exactitud el alcance y significado de dicho cargo y como fue evolucionando con el pasar de los siglos.

Escena de una batalla, en el medio se ve al cónsul romano Paulo agonizando.
La muerte del cónsul Lucio Emilio Paulo durante la batalla de Cannas.

Los primeros cónsules

Esta magistratura acompañó a la República desde su nacimiento. Fue instaurada inmediatamente después del derrocamiento del último rey de Roma en 509 a. C., Lucio Tarquinio el Soberbio -Lucius Tarquinius Superb-, y su principal función fue la de ocupar el lugar vacante que dejaba dicho monarca para así garantizar el funcionamiento gubernamental de Roma, especialmente en lo que respecta a la organización militar y el poder político. Su objetivo no era el de instaurar a otro monarca, sino el de disponer de una cabeza de estado poderosa y ejecutiva que sirva a la vez para llevar el manejo político, militar y, como veremos, cumplir con ciertas obligaciones religiosas -esta ultima tarea en una medida mínima, sólo los augurios a las tropas. Los poderes religiosos mantenidos por los antiguos reyes fueron delegados al Rex Sacrorum -que conducía los sacrificios- y al Pontifex Maximus.

Quizás de manera un tanto irónica los dos primeros cónsules, elegidos inmediatamente por el Comicio Centuriado, estaban emparentados al rey derrocado. Estos fueron Colatino y Lucio Junio Bruto -sobrino de Tarquino-. Sin embargo, el primero se negó a asumir el cargo por lo que fue prontamente sustituido por Publio Valerio, quien pasó a la historia bajo el seudónimo de Públicola -que significaba «Amigo del pueblo»-.

Los nuevos cónsules, que en ese entonces se denominaban Iudices, cónsul es una palabra posterior en el tiempo, se encargaron con especial énfasis en que las primeras leyes en ser promulgadas estén dirigidas a la defensa existencial de la República, condenando a muerte a quien intente proclamarse rey. Gracias a Plutarco y su obra Vidas paralelas -en el libro dedicado a Publícola- tenemos una rica descripción y enumeración de las primeras medidas tomadas por los flamantes cónsules. Medidas que, como podemos ver, estaban dirigidas a impedir la imposición de una nueva monarquía y promover la asistencia social.

Lictores portando sus fasces. Estos eran los protectores de los cónsules romanos.
Lictores portando sus fasces.

Consintió que del consulado participaran y se presentaran a pedirlo cuantos quisieran; pero antes de la elección de un colega, no sabiendo lo que sucedería, y temiendo que se le opusiese o por envidia o por ignorancia, quiso proceder sólo al establecimiento de sus mejores y más saludables leyes. En primer lugar, completó el Senado, que estaba muy falto, porque unos habían muerto bajo el poder de Tarquino y otros después en la guerra, diciéndose que los que nombró fueron ciento sesenta y cuatro. Publicó luego las leyes, de las cuales las que más poder dieron a la muchedumbre fueron: la primera, la que permitió al reo apelar de la sentencia de los cónsules al pueblo; segunda, la que mandó que el que recibiese autoridad que no le hubiese conferido el pueblo, muriera por ella; y tercera, después de éstas, con la que vino en auxilio de los pobres, la que libró de tributo a los ciudadanos, haciendo que todos se aplicaran a los oficios con mayor anhelo. La que se estableció contra los desobedientes a los cónsules no pareció menos popular ni menos hecha en beneficio de la muchedumbre contra los poderosos: imponía, pues, por pena de la desobediencia la multa del valor de cinco bueyes y de dos ovejas.

Vidas Paralelas: Publícola, Plutarco.

Etimología y orígenes

Tradicionalmente se asoció con la palabra latina consulere -consultar-. En el presente, no obstante, el análisis etimológico moderno realizado por los lingüistas nos dice que cónsul significa literalmente «los que van juntos», es fácil de comprender si observamos la característica principal de dicha magistratura, es decir, el estar compuesta por dos gobernantes en simultáneo con exactamente el mismo poder y responsabilidades.

Si bien en un principio los cónsules eran llamados Iudices y la magistratura a veces era denominada como Praetorium, observamos que a ciencia cierta los cónsules comienzan a ser denominados como «cónsul» en el año 366 a. C. Otra mención, anterior, sobre la fecha en la que se introduce la denominación de «cónsul» la obtenemos en los textos de Zonar en el año 305 a. C.

Iudices y los precursores de los cónsules

Los cónsules originalmente eran conocidos como Iudices -jueces- lo que nos indicaría, aunque esto está muy discutido, que el origen de dicho cargo puede haber estado relacionado, o inspirado, en el Colegio de jueces de Cartago, el cual funcionalmente se asemejaba considerablemente al consulado romano, sólo que lógicamente más antiguo.

Otro de los orígenes planteados, y actualmente el más apoyado por los estudiosos, es que esta magistratura romana se basaba en un antiguo modo de gobernar con origen en las tribus de Italia central. Estas tribus contaban con un Summus Meddix y un Alter Meddix -literalmente: el jefe, y el otro jefe-. Podemos encontrar las bases históricas de este sistema político en los textos de Ennii -Ennius-.

Praetores

Antiguamente también se denominaba a esta magistratura como Praetores -singular pretor-. No debemos confundir este título antiguo con la magistratura del pretor que conocemos posteriormente en la República. Podemos observar lo anteriormente mencionado en los textos de Cicerón referentes al tema. En ellos nos dice que «pretor» era otro de los títulos utilizados para referirse a los cónsules del pasado como administradores de los ejércitos y el Estado.

Los cónsules eran denominados de esta manera debido a su autoridad militar, ya que eran considerados como jefes militares a cargo de funciones políticas. Debemos remarcar que lo anterior es discutido, ya que son muy pocas las fuentes que los denominaban de esta manera -además del ya mencionado Cicerón también vemos a Plinio referirse a los cónsules como pretores-

Dos cónsules para una República

Para evitar que los cónsules romanos, elegidos a ocupar un cargo tan alto y con tantos beneficios y poderes, acumularan un poder incontrolable, y también así para evitar que sus decisiones fuesen tomadas para beneficiar sus intereses personales, dos cónsules eran elegidos simultáneamente y se denominaban mutuamente como colegas.

Cada uno tenía el imperioImperivm, es decir el poder de mando, y más importante aun, el poder de veto sobre las decisiones de su colega -algo que ciertamente en los períodos turbulentos de Roma trajo muchos dolores de cabeza tanto a los Senadores como a todo el aparato político Romano, pero que al fin y al cabo fue extremadamente útil para evitar tiranos-.

En la imagen se ven tres hombres, uno es el cónsul romano al cual se lo distingue por su penacho blanco.
Legado, signifier y cónsul.

No es difícil de deducir entonces que para que una orden o comando fuese promulgada necesitaban estar los dos cónsules de acuerdo el uno con el otro. No obstante, para evitar problemas de gobernación debido a rivalidades o peleas internas, donde un cónsul vetara constantemente las decisiones del otro, algunos llegaban a acordar de antemano que se alternarían en la gobernación, es decir, uno gobernaría un mes y el otro gobernaría al mes siguiente -como señal de esto se solía estilar que el que se encontrara gobernando en cierto mes sus lictores cargarían las fasces, mientras que los lictores del otro no lo harían, hablaremos en detalle sobre los guardias de los cónsules más adelante-. 

Nota: debemos señalar que durante un período escaso de menos de tres décadas, durante los conflictos sociales entre patricios y plebeyos del siglo IV a.C., los patricios intentaron convertir a la magistratura del pretor en una especie de «tercer cónsul». No obstante, esta maniobra política tuvo una duración relativamente fugaz. Véase artículo sobre los pretores para más información.

Dictadores y cónsules sin colega

Las ocasiones donde un solo cónsul ocupaba la magistratura eran poco comunes y muy especiales, como cuando uno de los dos cónsules romanos moría faltando poco para terminar el año, o cuando un dictador era elegido por un período de seis meses durante una ocasión especial de crisis extrema. Observamos que el dictador era un líder que dictaba las órdenes a rajatabla sin necesidad de tener que consultarlas con el Senado o con un colega. También esto podía ocurrir en ocasiones de intensos disturbios políticos y sociales, como por ejemplo cuando Pompeyo fue declarado «cónsul sin colega».

Una de las pocas medidas que un cónsul podía declarar y la cual no podía ser vetada por el otro cónsul era la de establecer la necesidad de un dictador en caso de una gran crisis. Cuando esto ocurría serían los consulares, los antiguos miembros que ocuparon la magistratura en el pasado, quienes se encargarían de elegir por un lapso determinado, generalmente de seis meses, a un dictador apto para resolver la crisis.

Otra muy rara excepción se daba cuando uno de los dos cónsules era débil y por lo tanto su par gobernaba virtualmente solo. Un ejemplo de lo anterior se dio en el año 59 a.C. cuando el cónsul colega de Julio César fue Marco Calpurnio Bíbulo -Marcus Calpurnius Bibulus-, quien no podía oponerse las órdenes de Julio César y terminó recluyéndose en su casa utilizando, en vano, pretextos religiosos para declarar nulas las órdenes de Julio César. Debido a que Julio César pasó y promulgó prácticamente todas las medidas que propuso, como si hubiese gobernado solo, es que a manera jocosa la gente se refería a este como “el año como el de Julio y César” (esto debido a que los años se solían nombrar en base a los dos cónsules en el poder durante dicho año).

Quizás más importante que todo lo anterior es el hecho de que el poder del dictador no desaparecía cuando este cruzaba el Pomerio (la frontera sagrada y legal que definía a la ciudad de Roma y dentro de la cual no estaba permitida la portación de espadas).

Características de los cónsules romanos

Período de mando

Otra medida para evitar instaurar un poder absoluto fue la de respetar el tiempo establecido de un año como período para ejercer el cargo, donde una vez transcurrido dicho lapso se elegirían dos nuevos cónsules que reemplazarían a los salientes. Este período de un año era denominado annuum, y el año en el cual los cónsules ejercían su mando pasaba a denominarse bajo el nombre de estos dos hombres. Por ejemplo, el año 49 a.C. era denominado por los romanos como «el año de los cónsules de Claudio Marcelo y Cornelio Léntulo«. Ver artículo sobre el calendario romano para más información.

A partir del 190 a.C. un antiguo cónsul podía volver a ejercer nuevamente la magistratura sólo habiendo dejado transcurrir diez años entre un término y otro, medida que muchas veces no fue respetada como podemos observar en las fechas de las diferentes ocasiones en las que Gayo Mario o Julio César ocuparon la magistratura. No obstante, no era lo usual y generalmente cuando no se respetaban estas normas era a causa de una gran crisis.

Beneficios y protección

Era normal que un cónsul al terminar su período fuese acogido en el Senado para ocupar una silla como miembro vitalicio. Como vemos, esta era otra de las razones por las cuales dicha magistratura era tan codiciada. Así mismos estos pasaban a ser denominados como Consulares -personas que ya habían ejercido el cargo- y tenían uno de los privilegios más importantes de Roma: El de elegir un dictador en caso de una gran crisis interna o amenaza foránea a Roma.

Los lictores

La guardia de los cónsules era de doce lictores. La de un dictador era de veinticuatro lictores para mostrar que un dictador era más importante que dos cónsules. Los lictores no eran exclusivos a los cónsules, aunque los cónsules y dictadores contaban con el mayor número de estos, sino que protegían a todos los magistrados con imperium (imperio, poder de mando).

Cada uno de los lictores era un oficial veterano, y su característica principal era el portar las fascis (singular fasces, que significa manojo) un arma simbólica compuesta por un hacha enrollada en un manojo de varillas. Esto representaba el «poder medido y justo» del magistrado con imperio. Es decir, el arma del lictor podía servir para herir mortalmente a un atacante, con la cabeza del hacha, y a su vez ser utilizada de manera no letal al utilizar el manojo de varillas. Algo que simbolizaba la acción medida del poder de mando oficial.

Senadores romanos le piden a Cincinato que se vuelva dictador. En el cuadro aparecen los hombres, toros y caballos.
Cincinato deja la labranza para volverse dictador a pedido de los senadores. Por Juan Antonio Ribera, c. 1806.

Elección y asunción

En los primeros tiempos los encargados de elegir a los cónsules romanos fueron los miembros de los Comicios Curiadosla más antigua de las tres asambleas de votación y conformada únicamente por patricios-. Pero gradualmente debieron ceder este poder, y muchos otros, a la Asamblea Centuriada. Una vez elegidos los flamantes cónsules asumían el 15 de marzo.

Los cónsules elegidos a principio de año eran denominados como consul ordinarii, y dicho año llevaría sus nombres. Si alguno de los consul ordinarii moría o renunciaba a su cargo el reemplazante elegido posteriormente era conocido como consul suffecti.

En condiciones normales los cónsules podían asumir en los kalendae o los idusreferirse al artículo sobre el Calendario romano para más información-, con la tradición de asumir el 15 de marzo, aunque estas fechas fueron variando considerablemente con el paso de los años y las varias crisis políticas.

Requisitos

Los requisitos para que los cónsules romanos puedan acceder a dicha magistratura variaron a lo largo del tiempo. Nos encontramos con que primero la edad mínima era de 43 años, pero luego con la Lex Vibia Annalis el mínimo de edad es reducido. Las variaciones de edades para acceder fueron cambiando hasta quedar definitivamente en 40 años para los patricios y 42 años para los plebeyos. 

El Cursus honorum -cargos políticos o militares que eran necesarios haber cumplido para acceder a un cargo de importancia- fue establecido en el año 190 a. C., también aquí se establece la distancia de 10 años entre cargo y cargo para una misma persona.

Cónsules plebeyos

En los principios de la República sólo los patricios eran aptos para el cargo, es decir, solo siendo patricio se podía aspirar a postularse a dicha magistratura. Tito Livio es uno de los autores que mejor nos comenta sobre esta desigualdad, y es a la vez una de las fuentes más importantes sobre las características de los cónsules. En sus trabajos encontramos una colorida descripción sobre cómo los patricios -la aristocracia, descendientes de los padres fundadores- luego de tomar el poder de las manos de los monarcas fueron los únicos que podían postularse.

Con el paso de los años esta falta de representación en el sector más pobre fue trayendo serios problemas que terminaron en varias escaladas de conflictos sociales. Podemos trazar la primera revuelta al Conflicto de los órdenes, en el cual los plebeyos abandonan Roma para refugiarse en una colina cercana -según otras fuentes sólo amenazaron con irse pero no lo concretaron-.

Tras esta huida los senadores se acercan a los plebeyos y ofrecen al pueblo la representación de dos tribunos, encargados de protegerlos y velar por sus derechos. Este conflicto fue el primer peldaño que llevó en el 367 a. C. a la promulgación de la Lex Liciniae Sextiae, ley que establece definitivamente que al menos uno de los cónsules debía ser un plebeyo. Podía haber dos cónsules plebeyos o un cónsul patricio y otro plebeyo pero nunca dos cónsules patricios simultáneamente (algo que en el futuro durante la crisis de finales de la República deja de respetarse). Esta ley fue impulsada y concretada por dos tribunos plebeyos: Lucio Sextio Sextino Laterano -Lucius Sextius Lateranus- y Gayo Licino Stolo -Gaius Licinu Stolo-.

Dos cónsules romanos escuchando a un senador.
Cónsules en sesión.

Es dudoso que los patricios estuviesen de acuerdo con semejante medida. Sin embargo, y muy posiblemente, dado el debilitamiento en las familias patricias a causa de los conflictos recientes y la presión impuesta por los plebeyos se terminó dando lo previsto en dicha ley y en el año 367 a. C. Lucio Sextio es elegido como cónsul, siendo así el primer cónsul plebeyo en la Historia romana.

Nota: dicha aseveración histórica puede ser cuestionada, refiriéndonos a si Lucio Sextio fue realmente el primer cónsul plebeyo o no, ya que hay presentes cónsules con nombres no pertenecientes a las diferentes gens -familias patricias-anteriormente a esta fecha en varios registros. Ver artículo sobre los nombres romanos y su estructura.

Dicho todo lo anterior, el Senado, en su mayoría patricios, siempre mostró una predilección hacia los cónsules patricios. Muchas veces poniendo trabas a las acciones de los cónsules plebeyos y facilitando las de los cónsules patricios. Un claro e importante ejemplo de lo anterior es el favoritismo que el Senado mostraba por el patricio Lucio Casio Longino en el año 107 a. C. en comparación con su cónsul colega Gayo Mario, un plebeyo. Favoritismo que llevó a que tengan lugar las históricas e importantísimas reformas militares de Mario.

Así mismo, la cantidad de novi homines «hombres nuevos», es decir los hombres que no pertenecían a familias adineradas, que llegaban a la magistratura más alta fue relativamente baja, ya que incluso los plebeyos que se hacían con esta magistratura provenían de una familia adinerada y con contactos. Además, era muy común que una persona sea reelecta como cónsul durante varios años. Por ejemplo, el ya mencionado Gayo Mario, quien en efecto era un hombre nuevo hijo de campesinos de la región de Latium, fue reelecto como cónsul en varias oportunidades y de manera sucesiva entre los años 107 a. C. y 104 a. C. y nuevamente entre los años 100 a. C. y 86 a. C. Según el historiador suizo-alemán Matthias Gelzer desde la promulgación de la ley hasta la elección de Cicerón en 63 a. C. solo quince novi homines fueron electos cónsules.

Cónsules provinciales

En un momento de la historia romana, exactamente cuando el poder se expandió más allá de Italia, y la capacidad de gobernación de dos personas era insuficiente para un territorio tan extenso, nuevos gobernantes provinciales con el poder de un cónsul fueron requeridos. Sin embargo, esto tuvo una duración breve, y la implementación de gobernadores y pretores solucionó de manera eficiente la administración territorial y provincial romana.

Cabe aclarar que los cónsules tenían poder de decisión total con respecto a las acciones de los pretores, y estos podían vetar todas sus órdenes y medidas.

Las funciones de los cónsules romanos

En la República

En la era republicana oficiar de cónsul de Roma era ocupar el cargo de mayor poder y nivel. Sus acciones y decisiones estaban por y sobre todos, en un principio, solo podían ser restringidas por escasas oportunidades como un veto consular del otro cónsul o por una revuelta grande en el Senado, o en los momentos de crisis donde un dictador era puesto al poder.

Otra limitación al poder de decisión de un cónsul era si dicha decisión contradecía lo establecido por una ley anteriormente impuesta. Con la instauración de los Tribunos de la plebe la balanza de poder comienza a equilibrarse, ya que estos contaban con la ventaja de que sus decisiones tenían cierta inmunidad sobre los vetos consulares. De todas maneras, los cónsules tenían el poder suficiente como para frenar o modificar decisiones tomadas por los pretores, ediles, cuestores y otras magistraturas.

Artículo principal sobre Los cónsules en la República y en el Imperio.

En el Imperio

Ya anteriormente a la formación del Imperio, durante la crisis del último siglo de la República, la importancia de la magistratura consular fue decreciendo, sobre todo con Julio César. Una de las primeras medidas de Augusto fue, efectivamente, la de reducir el poder de los cónsules, extirpando de su cargo una numerosa cantidad de obligaciones y privilegios.

Más adentrado el imperio la oficina se convirtió en algo meramente simbólico. Por ejemplo, En el año 190 d.C. veinticinco cónsules ocuparon la magistratura bajo el imperio de Cómodo, y el emperador Honorio fue honrado con la el cargo al nacer.

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En el Imperio oriental

Constantino trae nuevos cambios, su reforma asigna un cónsul a Roma y otro cónsul a Constantinopla (que en ese entonces se llamaba Nueva Roma), lo que obviamente trajo aún más discrepancias. Aún en la partición del Imperio en el Imperio Occidental y el Imperio Oriental cada Imperio elegía un cónsul, designado por el emperador correspondiente a cada uno de estos.


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