Las vírgenes vestales, las encargadas del fuego eterno
Desde los tiempos más antiguos de Roma la ciudad fue protegida simbólicamente por un grupo de jóvenes mujeres escogidas a muy temprana edad entre las niñas «más perfectas» de la urbe (cuando los escritores de la época se referían a estas como perfectas hablaban de su salud y vitalidad).
Las vírgenes vestales eran un conjunto de sacerdotisas cuya función principal constaba en mantener vivo el Fuego Sagrado de la diosa Vesta. Sus orígenes datan desde los inicios históricos romanos, cuando Roma no era ni una República ni un Imperio, sino una Monarquía dominada por los reyes etruscos. La madre de Rómulo y Remo, según dice el mito fundacional de Roma, fue una virgen vestal. Incluso la Roca Tarpeia, símbolo característico de la cultura romana, fue nombrada en conmemoración a una de estas mujeres. También se les atribuyen características mitológicas, como por ejemplo la salvación de la figura de la Magna Mater.
No obstante, una de sus características más importantes es la confianza que el pueblo romano les tenía, confiando bajo su cuidado a lo largo de los siglos una cantidad incontable de documentos de importancia tanto estatales como personales así como reliquias.
En este artículo hablaremos sobre su historia, así como también sobre sus características y particularidades más importantes. La importancia de su función, la diosa Vesta y su peso histórico serán también tratados a continuación.
La diosa Vesta
La pura e inmaculada diosa Vesta, también conocida como Hestia en la antigua Grecia, era una de las tres diosas vírgenes del Olimpo. Vesta presidía sobre el fuego y la chimenea familiar (debemos entenderlo como el fuego del hogar y no el fuego como elemento en si mismo). Gradualmente con el pasar de los siglos se fue convirtiendo en la diosa protectora de Roma, cuya llama representaba el bienestar la res publica, es decir el estado.
Artículo principal sobre La diosa Vesta.
El fuego sagrado
En los pueblos antiguos, no solo los latinos sino también de muchas otras culturas, se solía mantener un fuego comunitario -focus publicus- con el fin de proveer una llama eterna siempre disponible en caso de que el fuego del hogar familiar se apague accidentalmente. A medida que la sociedad fue evolucionando, al menos en Grecia y en Roma, este fuego pasó a ser sinónimo de familia y unidad, por lo que ganó una gran importancia simbólica.
Es interesante notar cómo una problemática tan antigua y remota en la Historia, es decir los problemas al poblado que podría traer la extinción del fuego comunitario, se trasladaron a una sociedad más avanzada a manera de creencia: el presagio de infortunio que sufriría Roma en caso de que su fuego se extinga.
Si el fuego llegaba a extinguirse, como veremos, la vestal era castigada con severidad y rápidamente se iniciaban los preparativos para una nueva ignición de la llama. En los primeros tiempos esto se hacía con unos palillos de madera y posteriormente con un espejo cóncavo que reflejaba la luz solar -detalle que nos llega de Plutarco en su obra sobre Numa Pompilio- aunque el método exacto es desconocido. El fuego siempre era renovado a principios de año -para los Romanos esto era el primero de marzo, Para mayor información consultar el artículo sobre el Calendario romano–.
Como hemos mencionado en los párrafos anteriores esta necesidad antigua del fuego comunal tiene raíces muy profundas en la cultura romana y estas raíces se trasladaron a costumbres y creencias en tiempos posteriores. Junto al mal presagio a causa de la extinción del fuego también se traslada en el tiempo la manera de mantenerlo avivado. En los poblados antiguos era normal que el fuego comunal fuese custodiado por algunas de las mujeres más jóvenes de la aldea, que eran en su gran mayoría las jóvenes chicas que todavía no se habían casado y no debían atender a tareas hogareñas. De aquí es que se toman a las vestales para su cuidado.
Orígenes
En la literatura romana encontramos que el héroe mitológico Eneas seleccionó personalmente a las primeras vestales, pero los datos históricos más concretos nos llegan de los historiadores clásicos Dionisio y Livio, quienes establecen que fueron los reyes etruscos quienes instauraron la figura de las vírgenes vestales. De Plutarco, en su obra Vida, obtenemos que las vestales fueron instituidas por Numa Pompilio, segundo rey de Roma, en el siglo VII a.C. Un recuento similar nos llega de Aulio Gellio, escritor y anticuario del segundo siglo, quien comenta que «la primer virgen vestal fue llevada de la mano por Numa Pompilio».
Fueron estos mismos reyes los que establecieron los castigos para las sacerdotisas que rompieran sus votos. Estos votos eran el de castidad, recordemos que Vesta era la diosa virgen y pura (sin embargo, pasados los años de servicio, como veremos, podían buscar un hombre y casarse si es que así lo deseaban), y el voto más importante que era el de mantener vivo el Fuego Sagrado de Vesta. Llama que si se apagaba vaticinaba una tragedia profunda y peligrosa en extremo para la sociedad.
La vestal máxima
La Vestal de mayor importancia era la vestalis maxima, o Virgo Maxima, según sabemos a través de los escritos de Ovidio y Suetonio. Su principal tarea era la de presentarse en el Colegio de Pontífices y participar de este.
Las vestales en la sociedad romana
Las vírgenes vestales tenían una gran prioridad y prestigio en la sociedad romana. Eran respetadas y adoradas por todos y cada uno de los ciudadanos romanos, según los escritos antiguos su sola presencia por el camino de un condenado a muerte rumbo el verdugo era suficiente para que se absolviera a dicha persona y se le perdonara la vida (algo que es quizás exagerado y simbólico).
Entre los privilegios con los que contaban se encontraban el privilegio de ser protegidas y escoltadas por los lictores cuando andaban por las calles (mismos guardias que protegían a los cónsules y pretores) y el privilegio de obtener lugares de preferencia y de excelente vista en los juegos y obras teatrales. Las vestales eran también invitadas con frecuencia a suntuosos banquetes donde se servían manjares a los que sólo los ciudadanos más ricos y poderosos de Roma podían tener acceso.
Características de las vestales, elección, vestimenta
Elegidas a muy temprana edad por el Pontifex Maximus entre las niñas de las familias patricias de la ciudad, las vestales servían como sacerdotisas durante 30 años para luego retirarse y poder casarse. De estos, 10 años eran como estudiantes y 20 como vírgenes vestales. La vestimenta de una vestal también reflejaba su rango elevado en la sociedad y a la vez su pureza y castidad. Las túnicas que utilizaban eran del más fino lino de color blanco y estaban adornadas con una orla de púrpura.
Incumplimiento de los votos
El rey Numa Pompilio fue el primero en delinear qué debía hacerse cuando una vestal rompiera sus votos. Si bien las vestales que cumplían sus funciones eran tratadas con la mayor admiración y amabilidad, las vestales que rompían sus votos eran castigadas cruelmente. En más de mil años sólo se conoce de 22 vestales castigadas por romper sus votos. Se podría deducir que el terror de tal castigo era suficiente razón para no romper sus votos. Pero más allá de esto el motivo más fuerte era la excelente vida en la opulencia y la comodidad que éstas mujeres llevaban.
Hablamos en profundidad sobre las características y tareas de las vestales en su propio artículo. Puedes hallar el enlace a continuación:
Artículo principal sobre Características de las vírgenes vestales.
Edificios de las vírgenes vestales
Las vírgenes vestales realizaban sus tareas en el Templo de Vesta y vivían en el Atrio de las vestales. La siguiente imagen nos muestra la ubicación del templo de Vesta en el Capitolino. Como podemos observar el mismo se encontraba aledaño a la Regia, la sede del pontifex maximus.
Atrium Vestae
El Atrio de las vestales (Atrium Vestae), era la morada de las sacerdotisas y a su vez un opulento palacio de 84 habitaciones. Se encontraba al este del Foro Romano y estaba ubicado entre la Domus Publica (el hogar del Pontifex Maxius) y la ya mencionada Regia.
La construcción fue variando considerablemente a lo largo de la historia, e incluso en el año 64 tuvo que ser totalmente reconstruida tras ser consumida por el fuego. Aún hoy en día podemos ver los remanentes de las estatuas de las vestales ocupar la zona que demarcaba el templo. La reconstrucción del año 64 llevó que la Domus Publica sea añadida directamente al Atrio de las vestales, ya que para ese entonces la figura del pontifex maximus había sido acaparada por completo por los emperadores y por ende dicha morada había quedado en relativo desuso.
La Vestalia
La Vestalia ocurría en el mes de junio entre los días 7 y 15. Era una de las festividades más esperadas y populares de Roma. Durante dicha festividad las vestales eran figura central, y tenía como fin la limpieza y purificación de la ciudad. Puedes leer más sobre esta festividad tan importante para los romanos en su propio artículo:
Artículo principal sobre La Vestalia.
Extinción de la llama
Durante más de un milenio las vírgenes vestales cuidaron fielmente de la Llama de Vesta, pero el tiempo y los cambios políticos y culturales del Imperio hicieron que su culto quede prohibido en la era cristiana, ya que era una tradición pagana muy fuerte y afianzada en los corazones romanos.
La orden se mantuvo vigente hasta el año 391 d.C. cuando el emperador Teodosio decretara por ley que todo culto y rituales paganos en público quedaban prohibidos y se negaba su práctica. Tras este decreto el templo de Vesta fue cerrado y la Llama sagrada extinta -según algunos recuentos por el mismo Teodosio, aunque la veracidad de esta anécdota es difícil de comprobar-.
Las vestales que ocupaban el puesto en ese momento fueron desligadas de sus tareas y la orden continuó ya solo en las páginas de la Historia, como recuerdo de una de las más grandes y hermosas tradiciones de la edad dorada de Roma. De manera curiosa, debemos señalar que la ciudad cae rendida ante los invasores bárbaros menos de un siglo después.
Vestales famosas
Rhea Silvia
Se dice que la madre de Rómulo y Remo, fundadores míticos de Roma, era una vestal que había quebrado sus votos de castidad. Su castigo no es claro, algunas fuentes dicen que fue arrojada al Tíber y otras que fue latigada hasta morir por orden de su tío, Amulius. Aunque posiblemente haya sido víctima de ambas (si es que en verdad existió).
Tuchia
Esta vestal fue acusada de haber roto sus votos de castidad. Sin embargo, como era de esperar por el rompimiento de sus votos, no fue castigada al demostrar su inocencia «transportando agua con un colador». No podemos saber a ciencia cierta que fue lo que realmente ocurrió y el por qué fue perdonada, ya que el suceso es muy contradictorio y antiguo de por si.
Tarpeia
Según los recuentos clásicos, cuya veracidad es cuestionable, la vestal Tarpeia traicionó a Roma producto de su ambición y la avaricia. Cuando Roma estaba enfrentada a los sabinos estos la convencieron de abrirles las puertas de la ciudad «a cambio de lo que ellos cargaran en sus manos». Tarpeia, pensando que estos le darían sus brazaletes de oro, abrió las puertas solo para ser aplastada por los escudos de los soldados enemigos. Terminada la revuelta el cadáver de Tarpeia fue encontrado y tal era el rencor de los romanos hacia su traidora sacerdotisa que la arrojaron desde la roca más alta de Roma. Esta roca tomaría su nombre, y pasó a la historia como el lugar de castigo para todo traidor.
Julia Aquila Severa
Esta Vestal levantó un revuelo de enorme magnitud al romper sus votos y contraer matrimonio con el emperador Elagabalus. Se la debía castigar, pero la crisis política de Roma y el haberse casado con un emperador lo hacía imposible. Esto la convirtió en una figura infame en la sociedad romana.
Coelia Concordia
Famosa por ser la última Vestalis Maxima.
Occia
Una de las más famosas Vestalis Maxima. Presidió la orden por 57 años.
Virginia Claudia
Junto a la desesperación que trajeron las derrotas sufridas por Roma durante la Segunda Guerra Púnica se vivió un fervor religioso sin parangón en busca del favor y la ayuda de los dioses del Olimpo. Cuenta la historia que los sacerdotes escogieron a la diosa Cibeles, de origen griego, como salvadora de Roma y la renombraron a Magna Mater.
Cuando la estatua de la diosa estaba siendo llevada a Roma, la nave que la transportaba encalla en la desembocadura del Tíber. Según dice el mito, la vestal Virginia Claudia fue la que puso la nave a flote y la condujo hasta el corazón de Roma poniendo a salvo a la diosa y ganando su favor.