Artículos sobre la Evolución del ejército romano:
– El ejército romano durante la monarquía
– El ejército romano durante la República temprana
– Las reformas militares de Mario
Las cohortes romanas
Introducción
Las reformas militares de Mario fueron sin duda alguna un evento clave en la Historia romana, y por consiguiente del mundo entero. Si bien es improbable que Gayo Mario comprendiera al momento de realizarlas el alcance social y político que sus reformas tendrían, pensando tal vez que las mismas solo afectarían el contexto militar romano, los cambios que este militar y estadista realizó a las legiones y su estructura terminaron sellando el destino de la República.
En este artículo trataremos el contexto histórico, sus efectos en la organización del ejército romano y sus consecuencias políticas y sociales durante la etapa final de la República romana.
Contexto del ejército anterior a la reforma
Desde los remotos tiempos del rey Servio Tulio el ejército romano se dividió en clases basadas en su censo. Con la expulsión de los reyes de Roma los ejércitos de la temprana República romana continuaron, aunque con varias reformas, utilizando el orden de clases. Este orden dividía a los soldados romanos en tres líneas de combate con roles específicos según la cantidad de riquezas y de tierras que cada hombre poseía. Dicho concepto tuvo su origen en la idea de que una persona con una mayor cantidad de patrimonio tendría mucho más para perder que una persona pobre, por lo que esta defendería la patria con mayor ánimo. Esta práctica dio a los primeros ejércitos de la República romana temprana los medios para conseguir sus primeras victorias. No obstante, con el paso de los siglos, y sobre todo tras la Segunda guerra púnica, una gran crisis social y económica tuvo lugar.
A medida que los romanos conquistaban una mayor cantidad de tierras estos a su vez capturaban un número cada vez más grande de esclavos. Esclavos que, sin más remedio, eran en su gran mayoría utilizados por grandes terratenientes para trabajar las tierras. Prontamente competir contra los latifundios se volvió una tarea imposible para muchos ciudadanos romanos dedicados al campo, debiendo vender sus tierras y mudarse a la ciudad o trabajar como capataces en los latifundios. Esta problemática llevó a que figuras tales como los hermanos Graco intenten promulgar una reforma agraria para remediar la situación, debiendo pagar por su atrevimiento con sus vidas cuando los patricios, muchos de estos dueños de los latifundios, se opusieron violentamente a los cambios propuestos.
Con el paso de los siglos la situación fue empeorando cada vez más. Lenta y gradualmente los hombres romanos fueron quedando ajenos a la tierra y desposeídos. Esto, sin duda alguna, limitaba el número de hombres que podían acceder al ejército, ya que se debía pertenecer al quinto censo o superior para ingresar (los denominados adsidui, ciudadanos que pagaban impuestos). Además de las tierras el soldado debía de proveerse su propio armamento y protección, por lo que un soldado pobre sería incapaz de pelear debido a que ni siquiera contaría con el equipo mínimo.
Esta crisis militar y social queda demostrada en Numidia, durante la sangrienta Guerra de Jugurta. Conflicto en el cual las tropas romanas se veían imposibilitadas de lograr avances significativos sufriendo muchas veces dolorosas derrotas. Incluso después de haber reducido el número mínimo de posesiones requeridas para ingresar al ejército de 11.000 sestercios a 3.500 sestercios y de haber en el año 109 a. C. suspendido la restricción impuesta en el tiempo de los hermanos Graco, aún continuaba siendo difícil para el mando romano llenar las posiciones vacantes en las legiones producto de las bajas.
Como si lo anterior ya no fuese suficiente, en la frontera norte de la República comenzaban a tener lugar nuevamente grandes saqueos e indicios de una posible invasión de cimbros y teutones, algo que, de darse, pondría a Roma en un riesgo severo.
Motivos causales de la reforma
Gayo Mario, era un excelente oficial de origen humilde quien oficiaba como legado bajo el mando de Quinto Cecilio Metelo Pío en África durante la ya mencionada guerra contra el rey Jugurta. Si bien Metelo no había sufrido derrotas significantes tampoco había logrado concretar algún avance de importancia en la guerra tras dos años de intensos combates. Es entonces que, frustrado con el rumbo de la guerra, Mario pide a Metelo su bendición para poder perseguir una carrera política en Roma. Bendición que es negada por Metelo, debiendo Mario marcharse sin el apoyo del hombre para el cual había servido como legado.
Con este fin, Gayo Mario logra ser electo cónsul en el año 107 a. C., siendo su responsabilidad más inmediata la del mando de las tropas en Numidia. Al no ser un patricio, y a su vez estar aliado a la facción de los populares, enemigos históricos de los senadores optimates, facción que representaba los intereses de la clase patricia, el flamante cónsul debió enfrentarse a una oposición que hacía todo lo posible por quitarle los recursos necesarios para terminar con la guerra.
Debido a lo anterior, y a la nueva amenaza en la frontera norte por parte de los cimbrios y los teutones quienes unos años antes (113 a. C.) habían derrotado al cónsul romano Cneo Papirio Carbo en batalla, el Senado transfiere las tropas en África al norte bajo el mando de Lucio Casio Longino, el cónsul colega de Mario, dejando efectivamente a este último sin hombres. No obstante, valiéndose de precedentes legales Mario logra recuperar el control de las legiones.
Siendo un excelente general y un hombre que a causa de su condición social había experimentado los problemas de la antigua clase campesina romana, Mario ideó entonces un conjunto de reformas militares que eliminaron todas las restricciones para ingresar al ejército. Si bien anteriormente prevalía la creencia de que un hombre con mayor patrimonio defendería más arduamente la patria, Mario convirtió a las legiones en un ejército profesional. En el cual de ahora en más no solo se le pagaría una soldada preestablecida (sueldo del soldado) a los hombres; sino que también suministraría todo el armamento, equipo, armaduras y entrenamiento necesarios. Más importante aun, Mario le daría a los hombres del ejército una razón para cumplir con su servicio al otorgar a los veteranos retirados una pensión y una porción de tierra para formar una familia (generalmente una centuriada de tierra).
Nota: una de las consecuencias de la lucha de poder entre patricios y plebeyos a lo largo de los siglos, el denominado Conflicto de los ordenes, fue el que tras siglos de que se prohíba a los plebeyos acceder a las magistraturas más altas de Roma se termine promulgando la Lex Liciniae Sextiae. Dicha ley estableció que cada año al menos uno de los dos cónsules debía ser un plebeyo. Podía haber dos cónsules plebeyos o un cónsul patricio y otro plebeyo, pero nunca dos cónsules patricios en simultáneo. En el año 107 a. C. Mario era el cónsul plebeyo y Longino el cónsul patricio, por ende el Senado favorecía a este último en gran medida.
Las reformas de Mario
Si bien no fue una sola reforma y esta consintió de una serie de tres reformas sucesivas, podemos definir los cambios realizados por Mario en tres tipos principales: el militar, el cual se encargaba de los varios aspectos del ejército; el social, el cual se encargaba de las necesidades de la población; y el estratégico el cual se encargó no solo de la manera en la que de ahora en más se haría la guerra sino que modificó por completo el plano de poder romano.
Las reformas se realizaron a lo largo de varios años, ya que Mario fue reelecto como cónsul en varias oportunidades y de manera sucesiva entre los años 107 a. C. y 104 a. C. y nuevamente entre los años 100 a. C. y 86 a. C. Teniendo así no solo la oportunidad de implementar sus reformas con tiempo, sino que además pudo ir probando los cambios propuestos y mejorándolos con el pasar de los años.
El plano militar de las reformas de Mario
El cambio de mayor importancia fue la implementación del capite censi -conteo de cabezas-, es decir, la inclusión en el ejército de hombres desposeídos sin tierra. De ahora en más estas personas, que antes no podían ser reclutadas por no poseer tierras llenarían las filas romanas y serían equipadas con fondos del estado con un equipo y armamento relativamente similar al que hasta ese entonces portaban y vestían los principes -tropas de infantería bien equipadas-. Los soldados dejarían de ser una milicia ensamblada ante la necesidad de una guerra y pasarían a ser un ejército permanente completamente profesional con un nivel de entrenamiento y una disciplina estándar a todas las tropas. Efectivamente, gracias a esto, Roma no solo ganaría una gran cantidad de hombres en sus filas, sino que de ahora en más contaría con la mayor maquinaria bélica del mundo clásico. Compuesta por soldados altamente entrenados y con una disciplina y moral ejemplares.
De igual importancia es el establecimiento como regla formal que los centuriones debían ser escogidos exclusivamente a partir del mérito y la experiencia, garantizando así el manejo de las centurias por parte de hombres que conocían las estrategias romanas y entendían qué podían y qué no podían lograr con sus hombres durante el combate.
Otro de los cambios fue un énfasis en la desestabilización de las líneas frontales enemigas, por lo que se rediseñó el pillum -pila en español, lanza utilizada por los legionarios- haciendo la punta quebradiza. Este diseño probaría ser extremadamente útil, ya que el enemigo no podría lanzarla devuelta contra la legión y además inutilizaría su escudo.
Por el lado de las unidades específicas se removió a los velites -jabalineros frontales- dejando estas tareas a las tropas auxiliares. De ahora en más la infantería no se dividiría en hastati, principes y triarii, sino que se estandarizarían las unidades con un equipo similar al de los principes:
- Una armadura de tipo lorica hamata.
- Un casco de tipo galea.
- Dos o tres jabalinas pillum.
- Una espada gladius de buena calidad.
- Un scutum oblongo de tipo torre.
- Sandalias de tipo caligae militares.
- Una túnica militar.
- Equipamiento secundario como un focale para proteger sus cuellos de la irritación, un cinturón de tipo cingulum y el equipo extra utilizado durante la marcha de campaña, como un loculus, una furca y vaios utensilios.
Cambios logísticos
Así mismo, se mejoró la manera en la cual los contubernios cargaban y transportaban sus víveres, armas y equipos. Aligerando los trenes de carga inmensamente y logrando que las legiones puedan moverse mucho más rápidamente y por climas más severos. Cada soldado, entonces, era apodado como «mula de Mario» haciendo un trabajo de hormiga mucho más eficiente y sobre todo más seguro contra emboscadas que llevar el equipo en un tren de mulas -aunque existen otros posibles orígenes a la frase, ver la biografía de Mario-. Así mismo se asignaban unas 500 a 600 mulas por legión siendo repartida 1 mula por cada 10 legionarios o contubernio con el fin de transportar el equipo pesado -escudos, armaduras, armas, partes de la tienda, etc-. Plutarco (Mario, XIII) se refiere al nuevo nivel de disciplina impuesto:
En la marcha hacía de camino trabajar a la tropa, ejercitándola en toda especie de correrías y en jornadas largas, y precisando a los soldados a llevar y preparar por sí mismos lo que diariamente había de servirles: de donde dicen proviene el que desde entonces a los aficionados al trabajo, y a los que con presteza ejecutan lo que se les manda, se les llame mulos marianos[…]
Plutarco, Vidas Paralelas: Gayo Mario
Duración del servicio
Primeramente los soldados se enrolaban para servir durante 16 años. Luego este período se extendió a 20 años (casi un siglo más tarde Augusto agregaría otros 5 años extra que el soldado retirado podía elegir cumplir como evocatus. Los evocati eran veteranos que cumplieron su servicio militar y se enrolaban con beneficios extra durante el tiempo ya mencionado).
El plano social de las reformas de Mario
De ahora en más esas masas de hombres desposeídos que tanto preocupaban a los hermanos Graco en el pasado comenzaron a encontrar trabajo estable como soldados. Además de la soldada (sueldo del soldado) el legionario también contaría con la posibilidad de obtener premios de guerra al sustraer armamento y joyas de los enemigos abatidos que luego podían vender en el campamento a los mercatores -comerciantes que acompañaban a la legión-. En el caso de ser partícipes de una exitosa batalla crucial, toda la legión podía llegar a recibir un premio pagado por su general de su mismo bolsillo -a veces tan grande como toda la paga de uno o dos años de sueldo-. Este tipo de premios fue muy común en la Guerra civil disputada entre Julio César y Pompeyo y para la época del Imperio se había vuelto tan común que en varias oportunidades los legionarios se negaban a luchar en una batalla políticamente importante si no se les otorgaba un premio.
Conjuntamente al sueldo y el alimento Mario introdujo una tercera reforma en la cual se garantizaba a los soldados la posibilidad de obtener una pensión y cierta cantidad de tierras cultivables en los territorios conquistados al retirarse. Por lo que no tendrían impedimentos para formar una familia y vivir decentemente.
Las cohortes y las legiones de Mario
El número de hombres que conformaban una legión individual era de 6 mil hombres, de los cuales aproximadamente 5 mil eran combatientes y el resto realizaban tareas de apoyo -herreros, fabricantes, mensajeros, administrativos, escribas, guías, etc-. El cambio más importante y crucial a nivel táctico de las reformas, además de elevar el número de la centuria de 60 a 80 hombres, fue la división de la legión en diez cohortes.
Debido a la complejidad del tema hemos separado la organización en cohortes en un artículo aparte.
Artículo principal sobre Las cohortes romanas.
El águila romana
Mario decretaría también la adopción de un signum (enseña que representaba a la legión) único para todas las legiones. Abandonándose las imágenes del jabalí, la loba, el caballo, el minotauro, etc. y siendo adoptada el aquila (águila romana) como único signum militar para todas las legiones -el águila era una simbología muy poderosa, ya que representaba a Jupiter Optimo Maximus. –. De esta manera lograría unificar y aumentar la lealtad de todas las legiones. Podemos ver como el águila se aferra con sus garras a un rayo, el símbolo característico de Júpiter.
Siglos más tarde, durante el Imperio, comenzamos a ver nuevamente legiones con sus propios emblemas. Por ejemplo, la Legio III Gallica utilizaba un buey y la Legio II Parthica un centauro. No obstante, era común que muchas legiones utilicen el aquila junto a su propio emblema. Véase artículo sobre las legiones romanas para más información.
Nota: cada centuria, manípulo y cohorte continuó teniendo sus enseñas y emblemas particulares. El signum podía estar hecho a partir de oro, plata o bronce y se fijaba sobre el extremo superior de una lanza.
Reformas posteriores
Varias reformas subsecuentes tuvieron lugar en los años posteriores a la reforma de Mario, siendo la más importante la decisión tomada en el 101 a. C., tras la batalla de Vercellae, de darle la ciudadanía a los hombres de pueblos itálicos aliados a Roma que lucharan para esta. De hecho Mario defendería esta medida en el Senado argumentando que le era imposible diferenciar a un soldado itálico de uno romano en el campo de batalla. De esta manera dejan de existir las legiones aliadas y todas las legiones de Italia pasan a formar parte del grueso del ejército romano -esta política se extendería aún más con Augusto-.
Consecuencias de las reformas de Mario
De ahora en más el soldado dependería de su general para asegurarse su futuro en el retiro, ya que estaría en el general luchar en el Senado para conseguir buenas parcelas de tierra para sus veteranos que aseguren el retiro digno. Así mismo era responsabilidad del general el obtener los fondos necesarios para sus sueldos y premios, efectivamente el general comenzaba a convertirse en cierta medida en un padre para los legionarios. Es comprensible entonces la razón por la cual prontamente tras instauradas las reformas de Mario las legiones comenzaron a ser más leales a sus generales que a la República en sí misma. Estos flamantes ejércitos pos-reforma eran estables y permanentes, y llevaban a que se formen vínculos no solo profesionales sino que, salvando las diferencias, se conviertan en grandes familias. Siendo la legión la casa del soldado a la que este tenía un gran afecto y lealtad.
Teniendo en cuenta lo anterior podemos comenzar a comprender los efectos que las reformas tuvieron en la dinámica política y social romana. Desde la dictadura de Sula hasta la Guerra civil entre Cesar y Pompeyo, todos estos eventos que llevaron a la caída de la República y el nacimiento del Imperio estuvieron potenciados por la lealtad de los hombres a su general y no a la República.
En el campo militar las reformas dieron a Roma uno de los primeros ejércitos profesionales en la Historia. Su uniformidad y nivel de disciplina así como su entrenamiento y enfoque práctico permitieron a Roma conquistar gran parte de Europa África y Asia Menor. Podemos ver esto reflejado a la perfección en la Guerra de las Galias, conflicto en el cual las legiones de Julio César, aproximadamente unos 50 mil hombres, lograron en un período no mayor a siete años dominar las Galias y repeler las invasiones germanas.
La guerra de Jugurta
La guerra de Jugarta fue la primera guerra en la cual el ejército romano reformado por Gayo Mario se probó en batalla, y sus consecuencias sentaron las bases para la guerra civil que se desataría entre Mario y Sula.
Artículo principal sobre La guerra de Jugurta.
La marcha de los ejércitos romanos
Uno de los cambios más importantes de las reformas de Mario fue la marcha de las legiones. Para mayor información sobre cómo los romanos formaban a sus ejércitos en batalla (acies) y también sobre cómo los romanos formaban a sus ejércitos durante la marcha (agmen), por favor diríjase al siguiente artículo: Formaciones y marchas militares de los ejércitos romanos.
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- Plutarco, Vidas Paralelas: Gayo Mario
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