Introducción a la guerra de las Galias
La guerra de las Galias no fue una guerra singular en sí misma, sino que se trató de una caótica serie de varios conflictos muy diversos en su naturaleza y composición. Los cuales, con cada victoria, fueron cimentando el poder de Julio César y dando lugar a sus ambiciones políticas a futuro. En sus ocho años de duración esta serie de conflictos llevó a que cientos de miles de personas pierdan sus vidas o terminen esclavizadas. Según los recuentos de Plutarco, los cuales veremos en detalle más adelante, cientos de ciudades y pueblos fueron conquistados o arrasados por Roma. La guerra de las Galias fue además uno de los conflictos mejor documentados del pasado, y escritores de la talla y peso de Dion Casio, Plutarco y Cicerón han prestado su pluma para relatar lo ocurrido.
No obstante, el relato más detallado y de importancia de lo ocurrido lo obtenemos directamente de uno de los principales protagonistas del conflicto, el mismo Julio César, quien en sus Comentarios de la Guerra de las Galias no solo nos demuestra la profundidad con la que conocía y entendía a sus enemigos y las costumbres de sus pueblos, sino que además nos brinda su visión personal de los aspectos tanto estratégicos como políticos de la situación en la región. Otro de los factores dominantes de este conflicto fue la constante e intensa lucha interna entre los distintos clanes galos en su puja interna por el poder, y la desconfianza que sentían mutuamente unos de otros. Fricciones y peleas internas que fueron la llave al triunfo de César.
El resultado de esta guerra no solo generó uno de los conflictos de mayor magnitud desde los tiempos de Alejandro, sino que también convirtió a Roma en la dueña máxima de Europa, extendiéndose desde Britania en el oeste hasta el río Rin en el este.
Antecedentes a la guerra de las Galias
Las Galias otorgaban diferentes beneficios tanto económicos como estratégicos a Roma, y las mismas eran un territorio invaluable a las ambiciones geopolíticas de este poder. Teniendo en cuenta su proximidad a Roma y condición de estado fronterizo, estas eran la puerta de entrada terrestre a la península itálica, por lo que los romanos veían como fundamental la necesidad de pacificar estas fronteras. Sobre todo ya que cuando estas se encontraban en guerra o rebelión estos hechos alteraban fuertemente la estabilidad del norte de la península itálica.
El Primer triunvirato
Sin duda alguna el mayor antecedente de esta guerra fue el denominado Primer triunvirato entre Julio César, Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso. Una alianza por necesidad y de beneficio mutuo entre rivales de distintas facciones políticas que vio a Pompeyo y a Craso afianzando su poder e influencia en Roma y a César logrando una posición de poder político y militar como gobernador de las Galias. La necesidad de César tanto de pacificar las Galias como de hacer crecer su influencia política, militar y económica fueron el desencadenante de este conflicto de dimensiones épicas.
Artículo principal sobre El Primer triunvirato romano.
Inicios del conflicto y posterior afianzamiento de César (58 AC – 57 AC)
Roma se vio introducida en este conflicto cuando los helvecios -helvetii- ingresan a territorio romano. Julio César, pretendiendo jugar un papel defensivo, cuenta entonces con la excusa perfecta para introducirse de lleno en los asuntos políticos de la Galia y sus varias tribus y pueblos -es oportuno mencionar que los historiadores modernos concuerdan en que no solo debía afianzar su posición política, sino que también necesitaba fuertes ingresos para poder cerrar los gastos y deudas a los que se enfrentaba, y esto lo obtendría de los botines de guerra, razón por la cual César además atacaría a pueblos que no le presentaban amenaza alguna-.
Durante los inicios del conflicto los helvecios se movían en una horda sin paralelo, en la cual también viajaban mujeres y niños con sus pertenencias materiales a cuesta. Dicho movimiento humano se da luego de que Ariovisto presione a estos violentamente a desplazarse de sus territorios originale -actual Suiza-. Este grupo, o como lo denominaban los romanos, horda estaba compuesta por 400 mil personas que pretendían atravesar territorio Romano y llegar a los Santones -territorio al que se dirigían-. Los romanos les niegan el paso, y los helvecios aceptan la negativa, pero César en una acción muy discutida los ataca de todas maneras cerca del territorio aliado de los eduos.
La derrota de Ariovisto
La crisis territorial en la Galia no acaba con la relativamente fácil derrota de los helvecios, Ariovisto, rey de los suevos -una tribu belicosa de origen germánico y en poder de gran parte de la Galia oriental- cruza el río Rin con intenciones de saqueo y conquista. Ocurrida esta invasión los séquanes, se encuentran en una posición débil y problemática, recurren a la ayuda de César, quien acepta por conveniencia y entra en combate contra Ariovisto. Los romanos derrotan a Ariovisto con facilidad gracias a las victorias conseguidas por el cesariano Labieno, devolviendo a los invasores a su lado del Rin. De esta manera, César pasa a convertirse en el juez de facto de los problemas internos de las Galias y patrón del territorio central de la Galia.
César toma la región central de las Galias
Durante el resto del año 57 a.C. César se dedicaría a llevar a cabo combates punitivos, sobre todo contra los galos belgas -la facción más fuerte y poderosa de todos los Galos-, dominando así gran parte de la región central de la Galia la cual luego utilizaría como trampolín para librar una serie de guerra contra todas las regiones circundantes.
La conferencia de Lucca
Es también durante este año, es decir el 57 a.C., que la reunión en Lucca tiene lugar. En esta reunión se firma un acuerdo político entre los triunviros. Gracias a dicho acuerdo Julio César obtiene un considerable refuerzo de tropas, las cuales en los años siguientes le permitirán consolidar las Galias, aplastar a los germanos y lanzar su invasión a Britania.
Consolidación de las Galias (56 a.C. – 54 a.C.)
Para el año 56 a.C. César controlaba gran parte de la región central de las Galias. No obstante, su poder no estaba consolidado. Diferentes levantamientos y conflictos provocaban que este control se le escapara constantemente como arena entre los dedos. Cada vez que lograba pacificar una región, debía prontamente ocuparse de otra que comenzaba a rebelarse, por lo que César inicia una gigantesca campaña dirigida especialmente a extinguir todos los focos de resistencia en la zona.
Este es un año plagado por batallas constantes, con las cuales Julio César intenta aplastar todas las rebeliones al mismo tiempo, evitando así que estas se unan en una gran rebelión centralizada que pueda ofrecerle una resistencia decente a las legiones romanas en la región.
El levantamiento de los Vendi
Disgustados con el avance y las presiones romanas, los vendi -también conocidos como veneti o venetos. Importante no confundir con los habitantes de Venecia, los vendi o venetos habitaban lo que hoy es el norte de Francia- , un pueblo con una amplia de tradición marítima, comenzaron a armar una campaña anti-romana junto a varios aliados de entre sus pueblos vecinos. Esto llevó a César a improvisar una flota, con la cual intentó frenar los ataques costeros de los vendi y sus aliados. El levantamiento de los vendi no duró mucho ya que César logra atacar su flota principal diezmando a gran cantidad de hombres y navíos enemigos, y dejando así a la población civil vendi a merced de los triunfadores para ser tomados en gran parte como esclavos.
Como vemos, el interés de los romanos, y especialmente de César, no era puramente estratégico y militar, sino que el mismo tenía un componente económico de igual peso. Con cada victoria no solo se arrasaba y se saqueaban ciudades, sino que además se procuraba un gigantesco número de esclavos y territorios.
La cruza del Rin
Es en este período que César ya había iniciado ya los preparativos para invadir Britania -actual Inglaterra- pero su estrategia se ve modificada al tener que derivar sus tropas movilizando a estas hacia la frontera con el Rin con el fin de reprimir una nueva invasión germánica a la Galia. César no solo repele la nueva invasión, sino que cruza el río, gracias a su ingenio y una ventaja táctica en la construcción rápida de puentes de campaña, para castigar a los revoltosos vecinos.
Esta es quizás una de las hazañas más aclamados de la guerra, ya que el sistema de puentes de rápida construcción que llevó a cabo César fue revolucionarios. Puentes que se construían en tiempo récord al armar previamente las partes básicas de la estructura del puente en tierra para luego emplazarlas de manera veloz en el rio. Esto le permitió a los romanos cruzar un gran número de tropas y tomar relativamente por sorpresa a los enemigos germanos en la otra orilla.
La incursión en Britania
Ya pacificada la zona en la frontera con el Rin, es entonces que César decide tomar Britania y así conquistar el denomiando «limite Occidental del mundo«, logrando lo mismo que Pompeyo había logrado anteriormente en Oriente -el límite de su época-. César, reflexivo y analítico de todas y cada una de sus acciones, sabía que mientras Britania se mantuviese aislada y fuera del dominio romano esta sería un foco de levantamientos, rebeliones e incitación en los territorios continentales ya conquistados por Roma.
Esto la hacía un blanco a derribar imperativo en su meta. Cómo podría César enfrentarse a sus futuros problemas en la península itálica (César entendía muy bien que el Triunvirato era algo temporal) teniendo su patio «trasero bajo» en un constante estado de rebelión. La suerte no acompaña al excelso general y líder en este cometido y gran parte de su flota, con la que cruzaba el Canal inglés en el 55 a.C., se hunde o es dañada por un violento temporal, más así también una vez en tierra firme sus hombres y generales se vieron en serios problemas enfrentando las carrozas de combate con la que el pueblo catuvellauni -tribu que ofreció la mayor resistencia- los enfrentaba.
Todo anterior llevó a que Julio César, en una casi catastrófica campaña, deba retirarse y replegarse por aproximadamente un año. Durante dicho año César continuó pacificando las Galias, aplastando rebeliones y construyendo un gigantesca flota de invasión para intentar conquistar a Britania una vez más.
En un segundo intento, con una cantidad considerablemente superior de tropas César se vio triunfante, llegando al valle del Támesis en el 54 a.C. Cabe destacar que esta colosal invasión significó el desembarco de tropas más grande de la historia hasta ese momento, y se mantuvo como tal solo siendo superado unos 2000 años más tarde por el desembarco de topas del Día D durante la Segunda guerra mundial. En efecto, para la invasión, la cual desembarco en el área de Kent, César empleó 628 embarcaciones transportando 5 legiones completas (entre 25 mil y 30 mil hombres) y 2.000 unidades de caballería. De los navíos, 600 eran de transporte y 28 de guerra. El ejército invasor fue tal que los catuvellauni y sus aliados mandubracio y trinovantes decidieron no enfrentar militarmente a los romanos al momento de la invasión y esperar a que estos avancen por tierra para realizar su ataque. No obstante, César se corona vencedor y cimienta las bases del dominio romano de Britania.
La rebelión de los pueblos Galos (54 a.C. – 51 a.C.)
Las rebeliones comenzaron a acrecentarse en cantidad e intensidad para este año, 54 a.C. Siendo otra vez los belgas los causantes de serios problemas para los romanos. Tal era la situación que varias cohortes fueron aniquiladas en los varios levantamientos armados que tuvieron lugar por toda la Galia central.
Durante el 53 a.C. y 52 a.C. la situación en la frontera del Rin fue tan intensa y elevada que requirió de la atención total de las tropas cesarianas, obviamente trayendo como consecuencia el descuido total de grandes sectores de las Galias. Dos hordas germánicas de usipetes y téncteros, que se cree eran de un total combinado de 500 mil personas, avanzan contra las posiciones romanas de manera frenética y avasalladora. César elimina a estas hordas masivas con una estrategia libre de cualquier escrúpulo, cita a los líderes invasores con la intención de llegar a un acuerdo pero cuando estos se hacen presentes, seguidos por una escolta que rondaba entre los 35 mil y 45 mil hombres, César los aplasta con varias legiones dejando descabezadas a las hordas enemigas -traición que sus rivales en roma no tardan en utilizar como herramienta política en su contra-. Descabezadas, y peleando entre ellas para determinar quienes iban a ser los nuevos líderes, son aplastadas por los romanos sin piedad alguna.
Debemos aclarar que para este punto de la guerra César contaba con miles de soldados galos y miles de caballeros germanos y galos de pueblos aliados o mercenarios quienes se unieron formalmente a las tropas de soldados romanos comandadas en el campo de batalla por Julio César. Cuando se desató la Segunda guerra civil de Roma, César cruzó el Rubicón con varios de estos hombres.
Vercingétorix une a gran parte de los galos
Fue esta acción, considerada como extremadamente vil y ruin, junto, y principalmente, con la creciente laxitud con la que se encontraban los pueblos galos regidos por Roma -producto de como ya hemos dicho los problemas enfrentados por César tanto en la frontera germánica como en la política romana- lo que llevó a que las distintas tribus galas comenzaran a agruparse en un foco de resistencia conjunto para lograr así su independencia de Roma.
Los rebeldes unidos se encontraban bajo el mando de Vercingétorix, jefe tribal de los avernos caracterizado por su nobleza y astucia. Esto último aceptado incluso por los mismos romanos, según podemos apreciarlo en los escritos de César. Los combates siguientes entre las tropas de este rey galo y las legiones de César fueron de dimensiones épicas. Algo muy pocas veces visto en el pasado.
Incluso el mismo César se vio superado por Vercingétorix en reiteradas oportunidades llegando a ser derrotado en la batalla de Gergovia. No obstante, el poder y los recursos romanos eran imparables, y con la ayuda de tres nuevas legiones César encierra a Vercingétorix en Alesia, una plaza fuerte fortificada sobre una colina, luego de una decisiva victoria en Avaricum la cual forzó a Vercingétorix a parapetarse en su plaza más fuerte.
El asedio de Alesia y el fin de la guerra de las Galias
Pero los Galos no se quedaron de brazos cruzados y fueron al auxilio de su jefe, encerrando a su vez César en un combate cruzado. Por un lado los guerreros sitiados en Alesia al mando de Vercingétorix y por otro lado las tropas galas que venían a relevar el asedio. Es en el libro VII de los Comentarios de la Guerra de las Galias que César nos comenta lo intenso de esta batalla, donde gracias a la astucia de sus ingenieros los romanos construyeron rápidamente un sistema de atrincheramientos en dos cinturones repletos de trampas, torres, picas y demás artilugios de defensa que le permitirían resistir el primer intento de encierro galo.
Sitiando a Vercingétorix y a su vez el mismo siendo sitiado por otros galos, César realiza un genial plan para eliminar a los galos del perímetro exterior. Este devisa un engaño, que de salir mal podría haberle costado carísimo, y utiliza a su caballería y a la topografía de la región para rodear las fortificaciones y atacar por su retaguardia a los galos que venían a relevar a Vercingétorix. Estos, creyendo que se trataba no de la caballería con la que ya contaba César, sino que eran refuerzos que venían de Roma, abandonan la batalla. Ahora sí, Vercingétorix estaba completamente a merced de César. Este acto de César se considera como una de las más astutas y certeras hazañas militares en la historia, y ha sido estudiada y laudada por varias figuras históricas, entre ellas Napoleón (en nuestra traducción de De bello Gallico incluimos los comentarios de Napoleon al final de cada uno de los ocho libros).
César soportó el sitio de Alesia hasta hambrear de tal manera a los sitiados que estos mismos decidieron rendirse por cuenta propia y entregar a Vercingétorix a cambio de sus vidas. Sin embargo, prontamente descubrirían que a pesar de vengarse no habría piedad, y el castigo por dicha insurrección fue medido en ríos de sangre en toda la Galia.
Tras la rendición César ordena el cautiverio de Vercingétorix, y lo retiene prisionero durante 6 años, para luego decretar su ejecución durante su pompa triunfal en Roma terminada la Segunda guerra civil que lo ve como vencedor -se dice que los leales Celtas que aún lo consideraban su legitimo gobernante, lograron recuperar su cuerpo y despedirlo de acuerdo a las milenarias tradiciones de su gente. No obstante, esto entra en el territorio de los mitos romáticos-.
Información adicional sobre la guerra de las Galias
Entre los lugartenientes más confiables de César se encontraban a su disposición los legados Lucio Julio César, Marco Antonio, Tito Labieno, Publio Craso -hijo de Craso- y Quinto Tulio Cicerón -hermano menor de Marco Tulio Cicerón-.
El costo humano de la guerra
Plutarco nos comenta las siguientes estadísticas como resultado de la guerra, diciendo que: 800 ciudades fueron conquistadas, 300 tribus sometidas, 1 millón de esclavos fueron tomados, y unos 3 millones de muertos que fueron el resultado de 8 años de duros y sangrientos combates.así mismo el flujo de riquezas que llegaban a la capital producto del saqueo en los pueblos Galos era tal que la economía romana se vio aliviada en gran medida.
César fue particularmente cruel en esta guerra. Ya mencionamos como aplastaba a su enemigos sin piedad y como había embaucado a los líderes germanos de los usipetes y téncteros. No obstante, César cometería otros actos de crueldad, como por ejemplo cortar las manos de varios soldados enemigos captivos. El mismo Napoleón Bonaparte, en sus anotaciones y estudios sobre De bello Gallico, nos comenta:
La guarnición de Cohors estaba formada por los restos de los ejércitos galos. La decisión adoptada por César de hacer cortar la mano a todos los soldados no dejó de ser una atrocidad. César se mostró clemente en la guerra civil con los suyos, pero cruel y a menudo feroz con los galos. Cap. XLIV.
Notas de Napoleón al libro VIII de De bello Gallico.
Suetonio hace un recuento de los hechos
En los nueve años de su mando realizó las siguientes empresas: Redujo toda la Galia comprendida entre los Pirineos y los Alpes, las Cevennas, el Ródano y el Rin, a provincia romana, exceptuando las ciudades aliadas y amigas, obligando al territorio conquistado al pago de un tributo anual de cuarenta millones de sestercios. Fue el primero que, después de tender un puente sobre el Rin, atacó a los germanos al otro lado de este río, y que consiguió señaladas victorias sobre ellos. Atacó también a los bretones, desconocidos hasta entonces, los derroto y exigió dinero y rehenes. En medio de tantos éxitos, únicamente sufrió tres reveses: uno en Bretaña, donde una tempestad estuvo a punto de aniquilar su flota; otro en la Galia, delante de Gergovia, donde fue derrotada una legión; y el tercero en el territorio de los germanos, donde perecieron en una emboscada sus legados Titurio y Aurunculeyo
Suetonio
La segunda guerra civil romana
Terminada la guerra de las Galias Julio César se encuentra en una posición de poder singular. Por un lado posee un ejército de experimentados y leales veteranos dispuestos a obedecer sus ordenes, y a su vez controla el flujo de riquezas y esclavos provenientes de las Galias hacia Roma.
No obstante, las antiguas fricciones con sus enemigos y la preocupación de estos hacia el poder que César estaba acumulando, desembocaría en una sangrienta y colosal guerra civil. La biografía de César continua en: Julio César, de la guerra civil al poder absoluto y su asesinato.
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- Comentarios sobre la guerra de las Galias, por Julio César.