Introducción a la guerra de Partia
La guerra de Partia fue un encuentro bélico entre Roma y el Imperio de Partia que tuvo su inicio en el año 161 inmediatamente después de la muerte del emperador romano Antonio Pio y fue la primer guerra de importancia a la cual debió enfrentarse Marco Aurelio como flamante emperador de Roma.
Artículo principal sobre Marco Aurelio.
Causales y origines
Este conflicto tuvo su origen inmediatamente después de la reunificación del Imperio de Partia, evento político y social que llevó al rey parto Vologeses III a lograr la consolidación total de poder tanto político como militar de su reino. El rey parto tuvo a su disposición un imperio revitalizado y reanimado, con un ejercito de considerable tamaño y tropas veteranas con experiencia en batalla las cuales poseían un alto nivel de organización y gran conocimiento del territorio de su imperio.
Si bien los dominios de Vologeses III se encontraban en orden y revitalizados, este no era el caso en la Roma del flamante emperador Marco Aurelio. Roma había experimentado recientemente una sucesión imperial y se encontraba en un estado de desorden e incertidumbre. Aprovechando esta falta de orden y confusión general en las filas de los poderes políticos y militares romanos, Vologeses III invade Siria y Armenia -regiones que siempre significaron un punto de tensión con Roma- casi de manera instantánea tras enterarse de la muerte de Antonio Pio. Los partos comenzaron así una campaña militar exitosa, arrasando con los primeros intentos de resistencia y oposición romana con gran facilidad.
Una Roma debilitada
Marco Aurelio sabía que debía actuar rápido y dejar en claro la importancia que le daba el Imperio a ésta guerra, no solo por los territorios en si, sino que además debía hacerlo para afianzar su posición política dentro del Imperio Romano en si mismo. A su vez, Marco Aurelio debía evitar a toda costa el darle la oportunidad a un general carismático y popular entre las tropas de ascender al poder auto-proclamándose emperador, algo relativamente común para ese entonces en el Imperio Romano.
Por todo lo anteriormente mencionado, Marco Aurelio decide entonces no arriesgarse y enviar a su hermano y co-emperador Lucio Vero para que este comande en persona las legiones y decida de cerca el curso de la guerra. Si bien Vero carecía de experiencia militar y su severidad con las tropas no traía buenos ojos a sus acciones -por parte del mismo ejército Romano-, Marco Aurelio se encargó de dotarlo con los mejores generales y estrategas a disposición del Imperio. Decisión que se mostró fructífera prontamente, dando como resultado en el 162 un notable cambio en el curso de la guerra y tornando la situación a favor de Roma. La cual comienza así a a reclamar las primeras victorias sonantes del conflicto.
Roma cambia el curso de la guerra
Con el pasar de los siguientes años, la campaña Romana fue de tal éxito y magnitud que se conquistan Armenia – instalando a un rey favorable a Roma-, el Norte de la Mesopotamia y Ctesifonte -que es totalmente arrasada y destruida en esta misma guerra con un nivel de violencia y destrucción pocas veces vistos incluso en estos tiempos de la Historia-.
Para el año 166 los partos se encontraban con pocas o ninguna posibilidad estratégica de defensa y con su moral completamente arrasada. Son numerosos los recuentos históricos de esta época en los cuales se detalla en gran medida la problemática que representaban los desertores al ejército parto. Debiendo así capitular cuando la situación se volvió insostenible y viéndose obligados a aceptar la paz bajo los duros términos Romanos
Consecuencias de la guerra
Durante el asedio de Seleucia que tuvo lugar en la guerra de Partia varios soldados romanos murieron a causa de una peste que hoy se cree fue viruela o sarampión. Seleucia del Tigris fue una región conquistada en 141 a.C. por Mitríadas de Partia. La misma se encontraba a orillas del Tigris en la Mesopotamia, y era una enorme ciudad para la época con 600 mil habitantes gobernada por un senado de 300 hombres, según nos relata Tácito.
Tácito además escribió en detalle sobre sus colosales murallas. Todo esto llevó a que el asedio sea agobiante y lento, y los legionarios debieran pasar un prolongado período de tiempo en una ciudad improvisada de tiendas de campaña. Caldo de cultivo óptimo para que se disemine la peste.
Tras finalizar la guerra, varios cientos de los soldados que retornaron a Roma estaban enfermos, y así expandieron a Roma una de las peores y más mortíferas pestes que azotaron al Imperio Romano, la Plaga Antonina.
Esta plaga causó estragos en la sociedad romana, a tal punto que marcaría la historia de los años venideros. Puede leer en detalle sobre esta plaga y sus alcances en el artículo que hemos escrito sobre la misma.
Artículo principal sobre la Plaga Antonina.