Índice de la vida y obra de Julio César.
― De su juventud a sus primeros pasos en el poder
➞ Del Triunvirato y la Guerra de las Galias (usted está aquí)
―― El Primer Triunvirato
―― La guerra de las Galias
― De la guerra civil, al poder absoluto y su asesinato
― Adicional: Curiosidades, frases y hechos de Julio César
Biografía de Julio César
Nota: esta es la segunda parte de la biografía de Julio César, en la cual se relatan los hechos y eventos de su vida durante el Primer triunvirato y la Guerra de las Galias. Para leer sobre la juventud de César y sus primeros pasos en la política dirigirse al siguiente artículo.
César aliado a Craso forja su camino al poder
Una sucesión de eventos importantes que moldearán el futuro político de Roma ocurren en este período. Entre estos uno de los más importantes fue en el 73 aC. la rebelión de los esclavos liderada por Espartaco -La cual fue impulsada por las duras condiciones que estos padecían combinada con un fuerte descontento de la clase plebeya-.
Dicha rebelión generó una crisis de significante alcance en el seno del Senado, ya que no podían contener política ni mucho menos militarmente a los rebeldes, quienes conseguían triunfo tras triunfo en el campo de batalla encargándose de eliminar una y otra vez las legiones que eran enviadas a reprimir el levantamiento. Debemos tener en cuenta que muchos de estos esclavos eran gladiadores, experimentados combatientes en la arena y expertos en el combate cuerpo a cuerpo.
Con cada derrota la crisis en el Senado aumentaba al punto de poner en peligro las relaciones senatoriales mismas. Ante semejante problema un hombre en cuya vida hizo del oportunismo una de sus mayores herramientas de ascenso se ofrece a eliminar la rebelión. Este hombre era ni más ni menos que Marco Licinio Craso, el más poderoso de los ecuestres y uno de los hombres más ricos de Roma.
Craso es entonces quien se se encarga de lidiar con este asunto siendo César uno de los hombres que lo apoyan. En retorno por su apoyo, y el hecho de que el tío materno de Julio César, Aurelio Cota, había sido en vida uno de sus principales aliados, lo mantiene a su lado y le otorga una buena posición. Craso es exitoso en su empresa y Espartaco es derrotado en el 71 aC. -por motivos que no discutiremos aquí, pero esta derrota se debe más a un error de Espartaco que a la habilidad militar de Craso-.
César continúa fortaleciendo su carrera y engrosando su Cursus Honorum, en el 68 aC. a los 32 años, es nombrado Cuestor de Hispania -recaudador de impuestos en la provincia que abarcaba gran parte de lo que hoy es España-. Además de esto emprende expediciones militares contra la tribus rebeldes del área.
Podemos marcar este punto en la historia como el lugar del despegue de César, un período el cual le resultó tan fructífero para concretar sus ambiciones que sin duda alguna es aquí cuando nace el César magnánimo que hoy conocemos.
A pesar de haber fallecido hacía ya años, la influencia póstuma de Sula se mantuvo con una fuerza candente en la sociedad y la política romana. Sus enemigos aún le temían incluso estando muerto, o mejor dicho temían el poder que aun tenían sus aliados. Algo que en mayor o menor medida afectaba a César quien había sido uno de sus proscritos y enemigos. Esto, junto con sus ambiciones de poder y maniobras del lado de la facción política de los populares, solía causar un gran resentimiento y sospechas entre los senadores conservadores -los autodenominados optimates–. Como veremos más adelante estas ciertamente eran sospechas no del todo infundadas.
Como habíamos dicho anteriormente este período fue fundamental para el ascenso al poder de César, con Sula muerto y teniendo una muy buena relación con Craso, para ese entonces el hombre más rico de Roma y cabeza indiscutida de los ecuestres, sin dejar de mencionar el gran prestigio militar, político y social que significaba haber derrotado una amenaza tan grande como la presentada por Espartaco y sus esclavos rebeldes. César, ahora si, tenía el camino libre para comenzar a subir la escalera del poder.
Viudo de Cornelia, ésta muere mientras daba a luz en el 68 aC., por interés César se une en matrimonio a Pompeya, nada menos que la nieta de Sula. Matrimonio cuyo fin aparente era el tratar de acercarse socialmente a sus contrincantes optimates en el Senado -pero más bien podemos considerarlo como un gesto de reconciliación entre los bandos de la guerra civil-.
La apatía de los senadores no era infundada, cuando César tenía la edad de 23 años en el 77 aC. Lépido le ofreció participar en una conspiración, aunque la propuesta no fue aceptada esto igualmente lo puso en la mira de varias figuras del poder romano. Seguirían las conspiraciones ya que luego se vincula a César con Catilina, o Cilina dependiendo de la traducción de su nombre al español. Enemigo de los optimates que planeaba llegar al poder por las armas siendo en 65 aC. el principal promotor del levantamiento de la plebe.
Varías fuentes mencionan que tanto César como Craso intrigaron en este período a favor de Catilina pero luego ambos se arrepintieron. Las consecuencias fueron ambiguas para César. Por un lado Craso no se quería ver involucrado en la revuelta y dejó a César por su cuenta, César se refugió en su casa y fue la plebe la que fue a buscarlo y esta misma lo rescató y obligó al Senado, a riesgo de una rebelión, a reotorgarle sus privilegios. Es importante destacar que la relación de César y Craso empezó de forma genérica y no como un voto de confianza especial hacia César, era normal en Craso otorgar generosos préstamos a jóvenes aspirantes al terreno político para así conseguir futuros clientes políticos. Algo muy común en muchos hombres ricos de Roma que veían en los posibles favores políticos a futuro una provechosa inversión.
César sella su alianza con los populares
Ese mismo año, es decir el 65 aC., César ocupa el cargo de edil curul, el cual lo hacía responsable del mantenimiento de las obras públicas, el estado de la vías de tránsito, el funcionamiento de los mercados y el manejo de los espectáculos. Se dedica a invertir dinero para embellecer el Foro Romano y realizar otras obras públicas, así como darle juegos a la plebe -las diferentes crónicas hablan de los juegos de gladiadores más memorables de su tiempo-. De esta manera aumentó su apoyo entre los plebeyos -en efecto la razón por la cual fue rescatado por los mismos cuando debió recluirse en su hogar- así como el apoyo de los miembros de la facción de los populares. También restauró los trofeos del popular Gayo Mario, que habían sido extraídos del Capitolino bajo órdenes de Sula, afianzando definitivamente y anunciando de manera pública su pertenencia a la facción de los populares. Plutarco describe estos eventos en la biografía de César:
[…] Como fuese pródigo en sus gastos, parecía que trataba de adquirir a grande costa una gloria efímera y de corta duración, cuando, en realidad, compraba mucho a costa de poco: así, se dice que antes de obtener magistratura ninguna se había adeudado en mil y trescientos talentos. Encargado, después, del cuidado de la Vía Apia, derrochó mucho de su caudal, y como, creado edil, presentase trescientas veinte parejas de gladiadores, y en todos lo demás festejos y obsequios de teatros, procesiones y banquetes hubiese oscurecido el esmero de los que le habían precedido, tuvo tan aficionado al pueblo, que cada uno excogitaba nuevos mandos y nuevos honores con que remunerarle.[…]
Vidas paralelas – Julio César, Por Plutarco
Esta etapa es también fundamental, muchos historiadores opinan que la más importante, refiriéndonos al poder que estaba gestando César. El Senado ve las actitudes pro-populares de César y empieza una campaña para limitar su poder y así derrocarlo. El desencadenante de esto fue el devolver los trofeos de Mario al Capitolino en el 64 aC., como mencionamos anteriormente. Plutarco nos dice:
Eran dos las facciones que había en la ciudad: la de Sila, que tenía el poder, y la de Mario, que estaba entonces decaída y disuelta, habiendo sido enteramente maltratada. Queriendo, pues, suscitarla y promoverla durante el mayor aplauso de su magistratura edilicia hizo formar secretamente las imágenes de Mario y algunas victorias en actitud de conducir trofeos, y llevándolas de noche al Capitolio las colocó en él. Los que a la mañana las vieron tan sobresalientes con el oro, y con tanto arte y primor ejecutadas, estando expresados en letra los triunfos alcanzados de los Cimbros, se llena ron de temor por el que las había allí puesto, pasmados de su arrojo; y ciertamente que no era difícil de acertar. Difundiéndose pronto la voz, y trayendo a todo el mundo a aquel espectáculo, los unos gritaban que César aspiraba a la tiranía, resucitando unos honores enterrados por las leyes y los senadoconsultos, y que aquello era una prueba para tantear las disposiciones del pueblo, a fin de ver si ablandado con sus obsequios le dejaba seguir con tales ensayos y novedades; pero los de la facción de Mario, que de repente se manifestaron en gran número, se alentaban unos a otros, y con su gritería y aplausos confundían el Capitolio. Muchos hubo a quienes al ver la imagen de Mario se les saltaron las lágrimas de gozo, elogiando a César hasta las nubes y diciendo que él sólo se mostraba digno pariente de Mario. Congregóse sobre estas ocurrencias el Senado, y levantándose Lutacio Cátulo, varón de la mayor autoridad entre los Romanos, acusó a César, pronunciando aquel dicho tan sabido que César no atacaba ya a la república con minas, sino con máquinas y a fuerza abierta; pero César hizo su defensa, y habiendo logrado convencer al Senado, todavía le acaloraban más sus admiradores y le excitaban a que pusiera por obra todos sus designios, pues con todo se saldría y a todo se antepondría teniendo tan de su parte la voluntad del pueblo.
Vidas paralelas – Julio César, Por Plutarco
Además de volver a instaurar los trofeos, César se negó rotundamente a ejecutar a los partidarios de Catilina. Es por esta razón que cuando decidió apuntarse como candidato a la posición de cónsul los senadores se opusieron fervientemente, pero César en una sagaz estrategia ganó el apoyo de Pompeyo, el cual era representado por la clase patricia romana, y quien, aún mucho más importante que su enorme fortuna, poseía un enorme prestigio militar.
El Triunvirato
En el 60 aC. en una muestra de maestría política Julio César ofrece un pacto a Craso y Pompeyo llevando a que estos, otrora rivales, suban juntos al poder cómo cónsules. César queda en una buena posición política tras haber logrado aliar a estos anteriormente enemigos. Es así que finalmente logra convertirse en cónsul en el año 59 aC. junto a Marco Calpurnio Bíbulo.
Entre las características más importantes con las que contaban cada uno de los triunviros nos encontramos por un lado la popularidad de César con la plebe, la cuantiosa fortuna y cantidad de propiedades y bienes de Craso, y la influencia militar y senatorial así como el apoyo de las legiones que poseía Pompeyo.
Como cónsul César supo manejar la situación política para agradar a los otros dos triunviros, es decir concederles grandes favores legislativos, llegando en algunas oportunidades al punto de forzar las leyes con tal de otorgarles dichos beneficios. En favor de Pompeyo aprobó la ley agraria que favoreció a los legionarios veteranos y en favor de Craso rebajó los tipos de interés que los recaudadores de impuestos debían de pagar al estado.
César no solo se preocupó por el bienestar del Triunvirato, sino que también se dedicó profundamente a mejorar una sociedad Romana que venía en caída moral y económica producto de tantos años de crisis interna y una sangrienta guerra civil. Instauró medidas para el fortalecimiento de la familia, recompensaba económicamente a las mujeres con numerosos hijos; impulsó la restauración de la legislación agraria de los de los hermanos Graco; el otorgamiento de tierras estatales a los ciudadanos pobres con más de tres hijos conjuntamente al otorgamiento de tierras a 20 mil soldados que volvían del frente de batalla -algo que era fuertemente reclamado por Pompeyo para sus veteranos-. Debemos destacar el uso del Acta Diurna -que podría considerarse el primer periódico de la Historia- con la cual se informaba a los ciudadanos de las novedades de la República y las medidas tomadas por su cónsul.
Tras una sospecha de infidelidad por parte de Pompeya con Clodio Pulcher, César se divorcia de ésta. Pompeya, por su parte, no parece preocuparse demasiado por este divorcio. No es para extrañarnos, después de todo un matrimonio arreglado no es algo a lo que generalmente se le guarde mucho cariño. Mientras tanto este continuaba enfocado de lleno en construir su base de poder, y para esto le era fundamental asegurarse del control del único ejército emplazado en Italia, lo cual logra al declararse gobernador por cinco años de la Galia Cisalpina y Narbonensis -decisión que como veremos lo recompensará enormemente-.
César parte a las Galias y el Triunvirato se deteriora
César entonces parte a su nueva provincia la cual se dispone a reorganizar y administrar. Con éste lejos la relación entre los Triunviros, lógicamente, comienza a deteriorarse. Decimos lógicamente ya que es claro que César era un vínculo intermediario entre ambos, un eslabón, entre éstos poderosos hombres que nunca pudieron sanar las rivalidades de su pasado.
La deteriorada relación entre los Triunviros lleva a un período de caos, crimen e inestabilidad en Roma, empeorando cada vez más a medida que escalaba el conflicto entre Craso y Pompeyo. Este último, si bien era un optimate, se alejó de manera considerable de dicha facción durante los primeros años del Triunvirato. No obstante, por diferentes razones entre las cuales la de mayor peso fue su constante lucha contra Craso, quien también era en teoría un optimate pero que a su vez mantenía vínculos y amistades con varios populares, comienza a acercarse a la linea dura optimate y busca formar una alianza con Cicerón, quien se encontraba exiliado en Macedonia.
En este punto el Triunvirato ya no es ni la sombra de lo que era al momento de su formación, y en su corto tiempo de existencia ya sufría de un grave debilitamiento. César, no ignorante de la situación a pesar de haberse alejado a las Galias, comienza a tomar noticia de este asunto, por lo que sabiamente decide presidir de mediador entre ambos, tratando de esta manera intentar salvar la alianza. Esta mediación llega en el 56 aC con el acuerdo de Lucca, donde se restablece la relación entre los triunviros, o al menos podemos decir que vuelven dialogar y se planea una nueva redistribución del poder.
Cumpliendo con sus tareas como procónsul de Siria, Craso se dirige en el 53 aC. hacia el Medio Oriente a tomar el control directo de las campañas militares en la región. Iniciando así una campaña militar contra el Reino de Partia sin pedirle permiso al Senado. Esta sería una campaña atroz para los romanos. Craso no era un militar, y queriendo toda la gloria para si mismo rechaza la oferta de ayuda ofrecida por Artavasdes II. Peor aun, en vez de ingresar a través de Armenia marcha directamente a través del desierto, sufriendo fuertes bajas para luego ser derrotado en la Batalla de Carras donde pierde su vida tras caer en una genial trampa puesta por Surena, el líder de los partos.
Debido a las intrigas políticas en Roma, el principal cliente político de Pompeyo, Milo, asesina al principal cliente político de la facción de Craso, Clodio. Esto desencadena una seguidilla de rebeliones donde incluso las turbas iracundas llegan a quemar el Senado.
Fue Pompeyo entonces el que, luego de exigirle condiciones al Senado, concurrió con sus legionarios a la capital para reprimir la situación de descontrol y revuelta. A causa de ser el «salvador» es entonces proclamado como cónsul sin colega -una forma política de decir Dictador- de esta manera Pompeyo toma el poder total de Roma y ya no habría vuelta atrás.
De aquí en más la rivalidad con César crecería como una bola de nieve, y, a pesar de que en un punto ni César ni Pompeyo lo deseaban, todo desencadenaría en una sangrienta guerra civil entre ambos bandos.
La anterior fue una versión resumida de los eventos del Triunvirato. Recomendamos leer el artículo principal sobre esta alianza política para así entender mejor el contexto y la situación de Roma en dicho momento.
La guerra de las Galias
Las Galias otorgaban diferentes beneficios tanto económicos como estratégicos a Roma, y tácticamente era invaluable a las ambiciones de César. Teniendo en cuenta su proximidad a Roma y condición de estado fronterizo, así como puerta de entrada terrestre a la península itálica, era fundamental pacificar estas fronteras bárbaras, ya que cuando estas se encontraban en guerra o rebelión estos hechos alteraban fuertemente la estabilidad de la península.
Entre otras ventajas que las Galias otorgaban se encontraba principalmente la cantidad de hombres para reclutar como auxiliares, César en efecto utilizó guerreros galos durante la guerra civil. Igual de importante aun era el que estas tierras conformaban el trampolín de intervención a los territorios bárbaros germanos. Por otra parte, eran, a su vez, una fértil fuente de esclavos.
Roma se vio introducida en este conflicto, o mejor dicho César contó con la excusa perfecta para introducirse en el mismo, cuando los Helvecios -Helvetii- entraron por Autun y poco después los Suevos -tribus germánicas lideradas por el rey Ariovisto– cruzaron el Rin con intenciones bélicas y de saqueo, e iniciaran una guerra a gran escala contra las tribus celtas de las Galias.
Según nos relata el mismo César la horda era masiva, pero más de la mitad de esta estaba conformada por niños y mujeres que acompañaban a los guerreros junto con sus posesiones materiales. César fue su propio cronista, sus relatos coloridos y detallados de las tácticas militares y las culturas locales escritos en su obra De Bello Gallico, enriquecieron y expandieron los conocimientos que hoy no solo tenemos de su persona sino también de las culturas celtas y germanas de la región.
Vencidos los helvecios y los germanos César marcha con sus legiones hacia el norte en el 57 a.C. Tras conquistar diferentes ciudades y pueblos, el ahora exitoso general concurre a Lucca para participar de una conferencia entre los triunviros -eventos que mencionamos anteriormente- en la cual se cierra un acuerdo y César obtiene la fuerza política y los refuerzos militares necesarios para concretar sus planes de pacificar las Galias y lanzar una invasión contra Britania.
Ya para el 56 a.C. César comienza a planificar su invasión de Britania -lo cual tenía un simbolismo especial ya que se alcanzaría en Occidente lo mismo que Pompeyo ya hiciera en Oriente, conquistar los límites del mundo conocido-. La conquista de Britania, planeada para ese año tuvo que ser pospuesta debido a una nueva invasión germana, la cual sería rápidamente reprimida por las fuerzas cesarianas, las cuales cruzaron el río Rin utilizando un ingenioso sistema de puentes.
Una vez solucionados los conflictos con las hordas invasoras, César desembarca dos veces en en Britania. La primera resulta en fracaso debido a un temporal y la resistencia de los catuvellauni y sus poderosas carrozas de guerra. La segunda, un rotundo éxito debido a la colosal fuerza utilizada por César, la cual debió se transportada por 600 barcos de transporte y protegida con 28 navíos de guerra. Los romanos desembarcan en Kent, y tras una serie de encuentros tierra adentro en el 54 a.C. toman y dominan el valle del Támesis. Conquistando así gran parte del territorio Británico.
Pero la situación en la Galia no era calma ni mucho menos pacífica, las tribus galas clamaban por su libertad y estaban terminantemente opuestas a convertirse en un protectorado como así lo esperaban las fuerzas romanas que se encontraban ocupando dichas regiones.
Diferentes ataques esporádicos en distintos puntos pertenecientes a las tropas romanas, entre ellos fuertes militares, comenzaron a ocurrir y a escalarse entre si. Siendo un desencadenante y el ataque de mayor magnitud el llevado a cabo por Ambiorix -rey de los Eburones- quien saqueó y quemó el campamento romano en Atuatuca.
Tal vez conscientes de las dificultades que César sufría políticamente en Roma, y con la seguridad de que saldrían vencedores dadas ciertas ventajas estratégicas, las diferentes tribus celtas decidieron unirse e ir a una guerra en escala mayor. Fue el jefe averno Vercingétorix el encargado de dirigir las fuerzas galas, ya que contaba con el título de jefe de todas las tribus. Luego de una serie de crudas y sangrientas batallas, Vercingétorix se vio obligado a refugiarse en Alesia, donde César lo vence tras un problemático asedio y finalmente captura con vida.
César no ejecuta a Vercingétorix, sino que lo mantuvo más de seis años en cautiverio, para finalmente ejecutarlo en frente de los romanos en su triunfo en Roma una vez finalizados todos los conflictos bélicos en los que estaba involucrado.
En la Galia Los conflictos transcurrieron entre los años 58 aC. al 51 C. Según los escritos de Plutarco, las varias batallas, asedios, saqueos y combates dieron como resultado más de 3 millones de victimas, un millón de esclavos, y cientos de pueblos conquistados. Si bien es imposible comprobar la veracidad y exactitud de los números brindados por el gran escritor e historiador clásico, es innegable que la cantidad de víctimas y pueblos destruidos fue colosal.
El resultado principal de esta serie de conflictos fue posicionar a Roma como la reina indiscutida de Europa. César, por su parte, no se queda atrás y mediante el saqueo de los increíblemente opulentos templos druidas, y la captura de una cantidad inconmensurable de esclavos se convierte en uno de los hombres más ricos y prestigiosos del mundo de ese entonces.
Roma se encamina hacia una guerra civil
Terminada la guerra de las Galias Julio César se encuentra en una posición de poder singular. Por un lado posee un ejército de experimentados y leales veteranos dispuestos a obedecer sus ordenes, y a su vez controla el flujo de riquezas y esclavos provenientes de las Galias hacia Roma.
No obstante, las antiguas fricciones con sus enemigos y la preocupación de estos hacia el poder que César estaba acumulando, desembocaría en una sangrienta y colosal guerra civil. La biografía de César continua en: Julio César, de la guerra civil al poder absoluto y su asesinato.