Índice de la vida y obra de Julio César.
― De su juventud a sus primeros pasos en el poder
― Del Triunvirato y la Guerra de las Galias
➞ De la guerra civil, al poder absoluto y su asesinato (usted está aquí)
― Adicional: Curiosidades, frases y hechos de Julio César
Biografía de Julio César
Nota: esta es la tercer parte de la biografía de Julio César, en la cual se relatan los hechos y eventos de su vida durante la Segunda guerra civil romana y su asesinato. Las partes anteriores de su biografía son: Parte I: la juventud de César y Parte II: el Triunvirato y las Galias.
Antecedentes hacia La Guerra Civil
Sin un balance de poder, la situación llamaba a la catástrofe. Tanto Julio César como Pompeyo consideraban que la República estaba llegando a su fin, pero ambos tenían visiones muy diferentes del tipo de gobierno a seguir. César quería conservar el status quo y pretendía un cambio de liderazgo progresivo, en si no deseaba que «el Senado sufriese daño alguno» como institución. Si bien esto puede sonar como una política en demasía altruista para la época, las intenciones de César estaban más enfocadas a incrementar su control e influencia personal en el estado que en el buscar el verdadero poder del pueblo.
De todas maneras, dándose los deseos de César, el pueblo podría llegar a ver su situación de poder ampliamente mejorada en comparación al actual poder unilateral del Senado donde solo los patricios tenían voz y voto. Por otra parte Pompeyo, y como veremos lo logra por muy breve tiempo, pretendía un gobierno dictatorial donde él fuese la cabeza y el músculo al mismo tiempo. Una vez que Pompeyo se convierte en dictador, dados los eventos anteriormente mencionados en la segunda parte de esta biografía, se alía totalmente a los optimates.
Este distanciamiento entre ambos era evidente desde hacia un tiempo por diferentes razones. Los crecientes celos de Pompeyo hacia los triunfos de su aliado que combinados con la muerte de Julia en el 54 aC., hija de César y esposa de Pompeyo, distanciaron a estos dos hombres de poder aún más permitiéndonos observar en este punto particular de la Historia los caminos de ambos separarse irremediablemente, lejos de cualquier reconciliación posible.
Sin embargo, Pompeyo no tardó en encontrar una nueva esposa. Esto no fue algo muy del agrado de César ya que el nuevo matrimonio de Pompeyo, el cual se realiza por conveniencia, fue con Cornelia Metella, antigua esposa de Marco Licinio Craso e hija de Escipión, rival de César. Este fue ciertamente otro de los tantos puntos de quiebre en la relación entre ambos.
Por el lado del Senado el miedo y la preocupación con respecto al poder de César continuaba creciendo día a día ante los triunfos en su campaña militar en las Galias que este continuaba consiguiendo aun contra todos los pronósticos. Logrando llevar a buen término y salir victorioso en batallas de dimensiones no vistas desde los tiempos de Alejandro el Grande.
De bello Gallico
Es durante este periodo que César publica su monumental obra: Comentarios sobre la guerra de las Galias (Commentarii de bello Gallico o, de manera abreviada, De bello Gallico). Esta consintió en una serie de siete libros escritos (más un octavo libro continuador por Aulo Hircio escrito tiempo después) con los que César busca ganar el apoyo del pueblo y el favor del ejército al relatar sus victorias y hazañas en la guerra contra los galos.
El último intento por evitar una guerra civil
En el año 49 aC. los cónsules eran Gayo Claudio Marcelo Mayor y Lucio Cornelio Léntulo Crus, ambos del bando de los optimates. Estos obedecían a rajatabla las ordenes del Senado, y pasaban sin cuestionar todas las medidas contra César pedidas por el Senado.
No obstante, César tenía un as bajo la manga. Uno de sus hombres de mayor confianza y uno de sus principales tenientes durante la Guerra de las Galias, Marco Antonio fue elegido ese mismo año como tribuno del pueblo. Al asumir su magistratura, y bajo ordenes de César, Marco Antonio pidió una audiencia con el Senado con el fin de intentar resolver el conflicto de manera pacífica.
La propuesta de Marco Antonio fue que tanto Pompeyo como Julio César abandonen sus comandos militares y que ambos se presenten en Roma como simples ciudadanos. Si bien la mayoría de los senadores pensó que esto era una buena idea, ambos cónsules y Catón se negaron terminantemente. Ante la negativa, Marco Antonio realizó una nueva oferta para intentar solucionar el conflicto. César se quedaría solo con dos de sus ocho legiones, y sería declarado gobernador de Iliria, permitiéndole a este además ser cónsul in absentia. Esto era fundamental, ya que le daría inmunidad de cualquier persecución que pudiera intentar Pompeyo en su contra.
Ante esta nueva oferta tanto Catón como Léntulo se opusieron con mayor vehemencia, y Léntulo en un acto que pocos esperaban, echaría a Marco Antonio del Senado por la fuerza. Fue entonces que Marco Antonio debió huir de Roma ya que su vida corría serio peligro.
Marco Antonio fue al campamento de César en los límites del Rubicón, la frontera de comando legal establecida para su comando militar. Inmediatamente, el 7 de enero el Senado, bajo el liderazgo de Catón y el apoyo de Pompeyo, declaran a César como traidor y enemigo público, y nadie podía vetar dicha promulgación ya que el tribuno del pueblo había sido expulsado de Roma. La suerte estaba echada.
César llamó a la décimo tercera legión y tras un discurso en el cual recalcó los problemas de la República y la actual patética situación del Senado en Roma los soldados fervientemente le dieron su apoyo. Tal fue el acojo de sus tropas que, aunque éste no pudiera ofrecerles en ese momento la soldada -paga especial a los soldados-, estas le otorgaron su apoyo incondicional. El 10 de Enero del 49 aC. César cruza el Rubicon dando inicio a la Guerra Civil.
La Guerra Civil
La guerra duró 4 años y abarcó el territorio de toda la República, incluso territorios más allá de las fronteras romanas. César siempre contó con el apoyo del pueblo, y esto fue notable en este período tan particular de la Historia. Las ciudades abrían sus puertas y lo recibían como un héroe: «las aldeas lo saludaban como un dios» según nos cuenta Cicerón, mientras César avanzaba por la península itálica rumbo a Roma.
Ante este impetuoso avance, y aunque contaba con tal cantidad de tropas que llegaban a doblar a las de César, Pompeyo huye de Roma junto con los senadores y magistrados hacia Grecia. Esta huida no se puede definir como un acto de cobardía. César contaba con fuertes refuerzos que venían de las legiones veteranas emplazadas en las Galias las cuales, durante el invierno, habían quedado varadas en sus estaciones.
La estrategia de Pompeyo y sus optimates era reagruparse en Grecia y desde allí vencer a César cuando éste fuera en su búsqueda. Búsqueda que ciertamente haría ya que no podía dejar un foco de oposición tan grande acumulando fuerzas las cuales en cualquier momento, y ciertamente, vendrían a Roma a reconquistar la capital.
César, a su llegada a Roma, es nombrado dictador, pero tras 11 días abandona este cargo y es declarado cónsul, no porque no deseara este poder sino porque debía jugar su juego de manera aplacada para no despertar resentimientos monárquicos en la sociedad, en fin, no deseaba que el pueblo sintiese que «se cambiaba un mal por otro».
Como mencionamos en el párrafo anterior César estaba obligado a seguir combatiendo contra las tropas de Pompeyo -al cual César no guardaba un odio profundo y hasta podría haber llegado a un acuerdo si éste se hubiese dignado a discutir la situación-. Marchando con su ejército hacia Hispania, donde Pompeyo contaba con 7 legiones -recordemos que había sido dispuesto como procónsul de Hispania en el tratado de Lucca-. César se enfrenta y derrota a estas tropas. Su actitud conciliadora con los vencidos hizo que varios pueblos ibéricos abandonaran a Pompeyo y se unieran a su causa.
Continuó con su lucha contra Pompeyo dirigiéndose al este, más precisamente Grecia, donde como hemos mencionado Pompeyo se había replegado. El problema de llegar a tan remoto lugar era el transporte marítimo de sus tropas, el cual acortaría el viaje considerablemente y sobre todo los peligros del viaje por tierra a través de los Balcanes, duro y áspero para cualquier hombre.
Este transporte César lo consigue hábilmente en Brindisi desde donde logra transportar a sus tropas hacia Egipto y, luego de romper el cerco impuesto por Pompeyo, el cual pretendía cortar su línea de suministros, se dirige a Tesalia -ciudad Griega de vital importancia-. Por el camino hubo pequeños enfrentamientos con tropas leales a su enemigo, pero la fortuna estuvo de su lado.
César se proclama vencedor
Luego de idas y venidas logra enfrentar a Pompeyo quien se encontraba acantonado con un gran ejército y esta vez decidido a resistir. Las tropas de éste duplicaban prácticamente a las de César, pero éste último con una admirable capacidad estratégica, y mucha fortuna, logró derrotar a Pompeyo y sus aliados en la Batalla de Farsalia el 9 de agosto del 48 aC., luego no si, de una imponente batalla donde debido a un error en el ataque de caballería de Pompeyo, que terminó barriendo a sus propias tropas, al verse en fuga de una cohorte de César que impuso una resistencia formidable en el flanco atacado por dichos jinetes.
Es importante aclarar que este triunfo no fue tan simple para César, ya que en la batalla anterior estuvo apunto de ser derrotado, y solo por un pequeño margen táctico logró esquivar dicho destino. Ya habiendo aplastado a la mayoría del ejército pompeyano César, quien demostraría una rara cualidad al perdonar y restituir con los viejos honores y cargos a sus enemigos, vuelve a ser indulgente con los vencidos y libera a los senadores y caballeros bajo su poder. Además de lo anterior quema la correspondencia dirigida a Pompeyo sin abrirla, lo que ciertamente pudo haberle traído serios problemas a varios patricios romanos que se presentaban a si mismos como neutrales cuando en realidad no lo eran.
La muerte de Pompeyo Magno
Esta indulgencia y aparente magnanimidad logra que una gran cantidad de hombres enemigos se unan a sus propias legiones. Quedando, así entonces, como único gran señor de Roma. Luego de la derrota Pompeyo huye a Egipto ese mismo año, es decir en el 48 aC., territorio donde anteriormente obtuvo triunfos, pero es traicionado y asesinado por un servidor de Ptolomeo. Quien enviando a un hombre que anteriormente había servido las filas de Pompeyo, lo embosca traicioneramente al bajar del navío que lo transportaba y corta su cabeza para entregarla posteriormente como trofeo a César.
César se dirige a Egipto y se entera de la noticia y, según los historiadores clásicos, llora al ver la cabeza de su antiguo aliado y posterior enemigo, tal vez sin guardar rencores y queriéndole ofrecer el perdón -algo que sin duda alguna hubiera elevado públicamente su imagen- o por, como dicen los relatos clásicos: «asustado de lo trágico del destino común de todos los hombres». Mientras tanto en Roma se lo vuelve a nombrar dictador, con derecho a decidir sobre la guerra y la paz sin consultar al pueblo ni al Senado.
La administración de Egipto
César no vuelve inmediatamente a Roma y se queda un tiempo considerable por estos lugares. Allí conoce a Cleopatra, hermana-esposa de Ptolomeo, y entre quienes había un conflicto por la supremacía del territorio. César entablaría una relación con esta reina, a quien como veremos ayuda a subir al poder, y de esta relación posteriormente tienen un hijo no legitimo, Cesarion -quien nace poco después de la guerra de Alejandría-.
Luego de reorganizar el territorio y pedir tributo se enfrenta en la guerra de Alejandría contra los nobles egipcios quienes se oponían a las reformas propuestas por César y a los fuertes tributos que éste demandaba. En esta reorganización territorial no solo estableció jurisdicciones sino que también se encargó de asuntos administrativos como temas fiscales y el arreglo de rutas del grano para proveer a Roma con alimentos.
Luego de aplacar una sublevación del rey del bósforo Farnaces, en una batalla que duró un total 4 horas en el 47 aC. César en un reporte comenta: «Vini, Vidi, Vinci» -Vine, vi, Vencí- , burlándose de los triunfos militares de Pompeyo en Oriente y sugiriendo que estos se debían a luchar contra enemigos débiles.
Para encargarse de sus asuntos en Roma nombra a Marco Antonio como su lugarteniente, lo que en ausencia César, lo convertía en la máxima autoridad en Roma e Italia. Luego de una campaña en Oriente, cuyo objetivo era limpiar la zona de tropas pompeyanas, vuelve a Roma. En Roma César releva a Marco Antonio y es elegido cónsul en el 46 aC. junto con Emilio Lépido -persona de importancia histórica quien será uno de los triunviros del Segundo Triunvirato junto a Marco Antonio y nada más ni nada menos que Octavio, es decir, Augusto-.
Con Roma ya en relativa tranquilidad César se dirige hacia los restantes territorios romanos en África para eliminar así a los últimos remanentes pompeyanos de la región -recordemos que varias tropas estaban dispersas y sus ejércitos se encontraban al mando de sus antiguos legados y sobre todo personajes como Catón–. Este enfrentamiento se da en Thapsos y significa una victoria monumental para César ya que dos de sus rivales históricos cometen suicidio luego de esta derrota.
Las últimas tropas pompeyanas
Sin embargo, no estaban los pompeyanos completamente derrotados. Los hijos de Pompeyo se dirigen hacia Hispania para continuar resistiendo y clamando por su «legitimo derecho». Luego de esta batalla la preocupación de César consistiría en la reorganización de África, hizo arreglos geopolíticos en la región y también administrativos y a nivel económico.
César es nombrado dictador por tercera vez y también es declarado Praefectus Morum, cargos que le permitirían realizar una gran cantidad de reformas posteriormente. Luego de su triunfo en Thapsos César recibiría cuatro triunfos -por las Galias, Alejandría, el rey del Ponto y la campaña en Africa)-. Suetonio, describe con buen detalle como fueron estos:
Concluidas las guerras, disfrutó cinco veces de los honores del triunfo, cuatro en el mismo mes, después de la victoria sobre Scipión y con algunos días de intervalo, y la quinta después de la derrota de los hijos de Pompeyo. Su primero y más esclarecido triunfo fue sobre la Galia, después el de Alejandría, el de Ponto, el de Africa, y en último lugar, el de España, y siempre con fausto y aparato diferentes. En su triunfo sobre la Galia, cuando pasaba por el Velabro, fue casi despedido del carro a consecuencia de haberse roto el eje (26); subió luego al Capitolio a la luz de las antorchas, que encerradas en linternas, eran llevadas por cuarenta elefantes alineados a derecha e izquierda. Cuando celebró su victoria sobre el Ponto, se advertía entre los demás ornamentos triunfales un cartel con las palabras VENI, VIDI, VINCI (llegué, vi, vencí), que no expresaba como las demás inscripciones los acontecimientos de la guerra, sino su rapidez.
Los doce Cesares – Julio Cesar, Por suetonio.
En Hispania Cneo Pompeyo -hijo de Pompeyo- al mando de un reducido ejército conquista las Baleares, a pesar de que luego de la batalla de Ilerda César consiguiera el apoyo de varias facciones, todavía había focos pompeyanos en la zona. Los pompeyanos trataban de desgastar a César, quien prontamente fue por éstos. Si bien este quería un encuentro decisivo, sus enemigos trataban de evitarlo a toda costa, hasta que en el 45 aC. César pone fin a la Guerra Civil al derrotar, en la llanura de Munda, al ejército de Cneo Pompeyo, quien murió en la huida. Solo un hijo de Pompeyo, Sexto Pompeyo, queda vivo tras esta contienda.
Poder absoluto
Pasada la Guerra Civil César prontamente retorna a Roma como líder indiscutido, de hecho el mundo desde los tiempos de Alejandro nunca había contado con un líder tan poderoso. Pero su liderazgo se vería a prueba en Roma al deber enfrentar los problemas magnánimos que esta sufría luego de tan cruenta guerra.
Entre los mas graves de estos problemas se encontraba la economía, la cual estaba desplomada. No es difícil de imaginar el alcance de la guerra civil si vemos que según un censo ordenado por César se determinó que gran parte de la población había perecido en los cuatro años de la duración de la guerra. Como si los problemas económicos y sociales fuesen pocos, los soldados comenzaron a rebelarse, y esto no sería un problema más sino que sería el gran problema que César debió enfrentar. Como éste bien remarcó:
Roma era ahora una dictadura en transición a un nuevo sistema de gobierno, el cual todavía no estaba definido del todo. Los soldados eran una pieza clave en la cohesión social y un amotinamiento de estos sería absolutamente catastrófico. Por lo que César debió mantener contentadas a sus tropas y sobre todo cumplir con sus promesas. Entre ellas las reparticiones de tierras a los veteranos y las fuertes sumas de dinero que había prometido eran una pieza fundamental para mantenerlas a raya.
No solo se tuvo que preocupar el dictador por el animo de las tropas, también debió mantener calma a la población civil. Para esta aplicó una serie de políticas demagógicas, entregando juegos y espectáculos junto con comida e incluso fiestas que resultaban en imponentes banquetes para miles de ciudadanos. Seguramente que estas festividades, juegos y comida gratis no sacarían a la población de sus problemas, pero la harían olvidarse de ellos por un tiempo. Al menos por el tiempo suficiente hasta que César pudiese poner la situación en orden. Por Suetonio sabemos:
Además de los dos sestercios dobles que, al comienzo de la guerra civil, había otorgado a cada infante de las legiones de veteranos a título de botín, dióles veinte mil ordinarios, asignándoles también terrenos, aunque no inmediatos para no despojar a los propietarios. Repartió al pueblo diez modios de trigo por cabeza y otras tantas libras de aceite, con trescientos sestercios que había ofrecido antes, añadiendo otros cien en compensación de la tardanza. Perdonó los alquileres de un año en Roma hasta la cantidad de dos mil sestercios, y hasta la de quinientos en el resto de Italia. Agregó a todo esto distribución de carnes, y después del triunfo sobre España, dos festines públicos, y no considerando el primero bastante digno de su magnificencia, ofreció cinco días después otro más abundante.
Los doce Cesares – Julio Cesar, Por suetonio.
Podemos decir sin lugar a dudas que ciertamente entre sus metas existía el recuperar a Roma como ciudad y estado, pero eso es algo que nos es muy difícil de asegurar ya que no pudimos observar una evolución y desarrollo en sus políticas en el tiempo, producto, claro está, del poco tiempo que transcurrió desde el fin de la Guerra Civil hasta su asesinato. Por lo tanto, solo podemos hacer suposiciones de las verdaderas intenciones y metas políticas reales de César.
Sin embargo, dentro de lo que sí podemos asegurar se encuentra el hecho de que César tomó medidas muy claras para desarticular el antiguo sistema estatal de gobierno Romano. Lo vemos más claramente en una de sus principales medidas al aumentar el número de senadores de 600 a 900, así, según esperaba César, estos pasarían más tiempo discutiendo perdidos en la burocracia de los debates y las votaciones y no tanto tiempo decidiendo en concreto.
De cierta forma transformó al Senado de un órgano legislativo a uno administrativo -algo que Augusto concretaría definitivamente durante el Principado-. Suetonio es el que nos comenta en su Biografía de César, que era este mismo quien remarcaba que la República era simplemente «una máscara, sin realidad alguna». Pero, sus medidas, no serían solo de interés político, varias de las medidas tomadas por César harían un hincapié muy fuerte en lo social y lo administrativo.
Como por ejemplo la redistribución de tierras, junto con la condonación de deudas, de esta manera luchando contra la pobreza y la desocupación. Algo que combinaría junto a programas de construcción en diferentes partes como Grecia, Hispania y Roma. El alivio a la densa población lo intenta resolver enviando ciudadanos a colonizar Cartago y Corinto.
Económicamente una de las medidas más importantes fue el promulgar la Ley de banca rota y varias leyes que se mantuvieron casi similares hasta nuestros días. La distribución de tierras a militares formando colonias enteras de ex-legionarios tenía un doble uso. Por un lado aliviaba la sobrepoblación en Roma y contentaba al ejército, por otro lado estas eran emplazadas cerca de las fronteras dando así un caudal de hombres con experiencia en la guerra si llegaba a surgir algún problema fronterizo.
Las provincias se vieron beneficiadas con ciudadanías romanas, entre estas varias de las ciudades leales en la guerra recibieron su ciudadanía. El calendario luni-solar fue sustituido por el calendario Juliano del astrónomo Sosigenes de Alejandría buscando predecir así mejor las estaciones.
Sin duda alguna el poder de César era enorme. Pero para comprender correctamente su magnitud y alcance, debemos ver sus cargos políticos, que no eran más que pantallas para justificar este poder. Al momento de su muerte César era:
- Dictador perpetuo.
- Censor, haciéndolo inmune a los tribunos del pueblo.
- Pater patriae -padre de la patria- teniendo así un carácter ademas civil en su mando.
- Pontifex maximus de por vida, teniendo así un fuerte control sobre la religión y los rituales.
Lo único que lo separaba de ser llamado monarca era nombrarlo así de manera formal, como dice el dicho «era un rey sin corona». Algo que sin duda alguna lo hubiera realizado en el momento que sienta que «el pueblo estuviera listo para aceptar un monarca». Lo mas probable es que su modo de reinado se hubiera inspirado en las monarquías helenicas, que ciertamente le impresionaban. Podemos ver un indicio de esto al tener en cuenta que el mismo comenzó a divinizarse, algo que luego fue llevado a su máxima expresión con el culto al emperador durante el imperio.
El asesinato de Julio César
Sus asesinos quienes entre los más importantes se encontraban Bruto, Casio y Casca no eran personajes nuevos en la vida de César. Bruto fue sin duda alguna el mas grande de los traidores en esta conspiración, era visto como un hijo por César a pesar de haberse alineado en el lado de Pompeyo durante la Guerra Civil. Cesar no solo lo perdona tras vencer a sus tropas, sino que ademas le permitió mantener su antiguo estatus social. Casca, otro gran traidor, quien en el pasado había sido su enemigo y César perdona dos veces, y Casio quien estuviera alineado a su lado en la Guerra Civil pero su deseo por poder y la riqueza hicieron que traicione a César al no haberle dado éste un cargo importante al finalizar la guerra.
Siempre mantuvieron el mayor de los sigilos al respecto de sus oscuros y traicioneros planes. Reuniéndose en las diferentes casas de los confabuladores donde tramaban y planeaban diferentes maneras de asesinarlo. Luego de discutir acaloradamente las distintas formas de cómo hacerlo y la justificación que podrían introducir ante el pueblo y las legiones por este acto de magnicidio, llegaron a un acuerdo en el que establecieron que el asesinato se cometería en el Senado.
La razón por la cual se llegó a esta decisión fue que las personas que no pertenecían a esta orden no podían ingresar y una daga era fácil de esconder en el umbo -uno de los pliegues de la toga–. Pero la razón de mayor peso es que si el asesinato se cometía en el Senado, existiría la justificación perfecta a manera de «se ha eliminado al tirano por el bien de Roma». Con esta excusa los asesinos pretendieron justificar sus acciones ante el pueblo y la aristocracia, excusándose al actuar en nombre de las libertades civiles.
Según cuenta la historia César se vio alertado a una serie de designios por parte de su esposa, quien tuvo sueños en los que César aparecía tirado en el piso; y otro le llegó unos días antes por parte de su sacerdote, quien luego de practicar los sacrificios estableció que el futuro no se veía bien para este, advirtiéndole que se guarde de los «Idus de Marzo». Razones por las cuales sus amigos y esposa le pidieron encarecidamente que no vaya al Senado.
Si bien César acepto esta petición en un principio, fue el mismo Bruto el que lo convence diciéndole que «haga de su coraje su propio destino», palabras que cautivaron a César decidiéndose finalmente a ir al Senado. Camino al Senado, cuenta la historia, un hombre le entrega un pergamino con detalles de la confabulación al grito de «Léelo César! léelo antes de entrar a la Curia» pero César apresurado no lo hace y entra a esta con el pergamino en mano.
Los hechos sobre cómo ocurrió este crimen nos llegan en mayor medida gracias al historiador griego Damaskenos, quien entrevistó a varios testigos oculares y anotó los recuentos de lo sucedido. El asesinato ocurrió rápidamente. Al entrar al Senado fue saludado por los miembros de este siendo flanqueado por sus pronto a ser asesinos. Lucio Tulio Cimbro, un antiguo partidario de César posiblemente enemistado por el destierro de su hermano, fue el que daría la señal al resto de los asesinos.
Para esto se acercaría a César pidiéndole por su hermano, y comenzarían a forcejear rasgando la toga de César al mismo tiempo que comienza a gritar para que los demás lo ataquen. Prontamente los asesinos sacaron a relucir sus dagas, el primero en herir a César fue Servilio -Servilius Casca- quien lo apuñaló en el hombro izquierdo y a este ataque siguió el del hermano de Servilio, quien apuñala a César en sus costillas. Casi instantáneamente siguieron los de Casio quien cortó la cara de César y el de Décimo Bruto.
Los asesinos no lo hacían con tranquilidad, muchos de ellos estaban extremadamente nerviosos al punto de apuñalarse entre ellos por error. Longino -Longinus- por error hiere a Bruto en su mano y Minucio -Minucius- a Rubrio -Rubrius- en el muslo, mientras lo apuñalaban como con furia una y otra vez. César cae a los pies de la estatua de Pompeyo. No sin antes haber sido apuñalado por gran cantidad de hombres que se abalanzaban sobre el como perros salvajes queriendo su tajada.
El legado final de César
Es extremadamente difícil juzgar a un líder por sus hechos, ya que políticamente estos pueden ser subjetivos a un fin mayor y pueden ser fácilmente mal interpretados. Pero sí podemos saber cuan bueno fue un líder asesinado por la reacción del pueblo ante su asesinato. Esto es los que no cuenta Apiano:
…Un hombre que se volcó fuertemente a la causa popular y altamente experimentado en el ejercicio del poder, fue asesinado en la Curia del Senado por Bruto y Casio producto de los celos a su inmenso poder y además por el deseo de continuar con la constitución estatal tradicional. El pueblo de hecho lo extrañó más que a ningún otro; comenzaron una cacería de sus asesinos, le dieron un funeral en el medio del Foro y construyeron un templo en el sitio donde estaba la pira, además le ofrecían sacrificios como si fuera un dios.
Apiano
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- Comentarios sobre la Guerra civil, por Julio César.